Arquitectura Folklórica.


Llegas, buscas entre las esquinas la construcción que viste en el correo: una estructura arquitectónica minimalista de primer nivel, destinada a las personas para que a través de la meditación lleguen a esa nación llamada paz. Es el trabajo que habías esperado, nada de las fotografías ni diseños anteriores tienen sentido, cosas burdas y carentes de estética, todo porque una vez te dijeron que el dinero no lo es todo, pero como falta. Maldices las palabras en tu cabeza,¡putas! ¡mierdas voladores! ¡semen de excremento!¡ vómito de la estabilidad!¡ Aaarghhhhhhh!


Afuera, tocas dos veces, abren. Entras. Caminas con los ojos abiertos, el dedo en el botón, la cámara hambrienta, los hombres que pasan con nubes de pensamiento cargadas de estática, la guía de un líder espiritual que se comunica con su silencio. La arquitectura delicia, un baile sin son, una melodía petrificada. ¡Todo lo que dicen es cierto!.



Sales de la construcción, entras al jardín, el máximo punto, el claro en el obscuro universo, el punto de encuentro con el mismísimo creador. O sorpresa, ni un máximo de lo mínimo, repleto, saturado, ignorantes, mentes repletos de caca, ¡que hacen! Simios calvos decorando las cornisas con papel de china, tapando la belleza de sus paredes con cartulinas impresas con inútiles palabras de auto superación, ustedes, cabrones de mierda están destinados una terrible tortura por osar esta violación a un templo de la arquitectura. Levantas la cámara, una lágrima de odio te hace llorar, imposible, simplemente imposible capturar esta destrucción.


Regresas a casa, iracunda, deseas lo peor a cada uno de las personas, de quienes germina la idiotez que con la cual viven arruinando las maravillas de unos pocos creadores. Las reglas de la estética son tan pero tan sencillas, si todos supieran la destrucción que ejercen con sus intervenciones materiales ¡la decoración es de los expertos!


Llegas a casa, quieres llegar cuanto antes al templo de tu cuarto, ese lugar único, tan lleno de ti, subes las escaleras, abandonas tus tenis, vuelta a la derecha , tu cuarto, apacible, sagrado.


nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo,


¿Dónde están las fotografías? ¿Mis jeroglíficos, mis apuntes en la pared, carteles del Bauhaus, todo, todo, nada , nada!, estéril, pelón, sin vida. Gritas con dolor; tu madre se acerca y te comenta, puse a Petra a limpiar tu cuarto, parecia que una huracán hubiera pasado, ríe; entonces se te inyectan los ojos de sangre, pus, mucha pus se exprime en tus viseras, neuronas se suicidan, explota tu bomba atómica, ¡tú que vas a saber! ultrajaste mi templo, único, lo secaste como a un desierto, ¡ésta no soy yo! ¡¿Que no comprendes que el arte es el vehículo por donde se manifiesta nuestra alma!? Tu madre te mira sorprendida, pues a mí no me parecía ni cerquita al arte, aquí tu alma se rige bajo el orden de la casa, así que cálmate, y házselo saber de una vez.

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