Presos de la Presa




El presidente abre los ojos y mira las paredes del cuarto presidencial inundados por una tenue luz de madrugada. Antes que nada, busca sus anteojos de manera automática y los posa sobre sus ojos. Ya antes de que el pueda decidirlo, su itinerario del día esta lleno, su misión de cumplir con la nación, un día mas de trabajo, otro día mas de discursos y de política nacional. El día esta dedicado a visitar la zona occidente del país. El 11 de marzo el helicóptero del ejercito nacional resguardece el desfile  de oscuros automóviles transportando a los diversos servidores públicos invitados al evento especial. El mismo presidente, quitando el sudor de su frente, practica el discurso que dará en el evento, usará palabras fuertes, como inversión, crisis, infraestructura y progreso.

 

El día se ve custodiado por agentes de seguridad y militares fuertemente armados. El momento esperado es de inaugurar la desviación de las aguas del rio Santiago a consecuencia de la construcción de la presa hidroeléctrica de La Yesca. El mega proyecto del sexenio.

 

La presa se ubica sobre el rio Santiago y tendrá una inversión cercana a los 850 millones de dólares. Esta se unirá a las presas existentes en el cauce, Santa Rosa, Los  Cajones y Aguamilpa. Se dice generará 750 megawatts al sistema de energía nacional. Y por si fuera poco, su espectacularidad recae en convertirse en la segunda presa mas grande de Latinoamérica, con una altura aproximada de 220 metros. La obra esta planeada en convertirse en un mega monstruo de concreto generador de electricidad, y esa medalla debe colgarse sobre el saco del actual gobierno federal.

 

A 22 kilómetros de distancia se encuentra el poblado mas cercano. Hostotipaquillo es  una comunidad tranquila, con calles de empedrado cubiertas de un polvo lleno de tiempo. Las casas se revisten de adobe y desde adentro la gente mira los días pasar. En general es un pueblo de campesinos y ganaderos. Sin un sistema de irrigación adecuado, los agricultores dependen del agua que el cielo les regala, ,mas esas aguas de temporal no estarán listas si no hasta que empiece la temporada de lluvias. Por ello trabajan duro la tierra 6 meses, y los otros 6 se dedican a esperar el tiempo pasar.

 

 El rio camina entre las laderas de barrancas y peñas formadas a través de años de erosión. En los alrededores de Hostotipaquillo se encuentran asentadas un sinnúmero de rancherías. Son lugares de difícil acceso, que han existido en esas laderas por mucho tiempo, y por ahora no tienen intención de desaparecer. La sobrevivencia de muchas familias depende del cuidado del ganado y la pesca en el rio.

 


A la orilla del rio Santiago, cercano de la ranchería de Las Juntas, Don Román despierta a las 5 de la mañana para checar su milpa. Un anciano de 77 años con mas fuerza que varios jóvenes juntos. Toma su machete,  y arranca varias mazorcas para que su pretensa pueda preparar unas tortillas en el desayuno. Cada milpa sin mazorca la arranca de tajo con el machete y las carga sobre su hombro para alimentar la vaca que tiene amarrada junto a un arroyo que se une al cauce del rio.

 

El vive en un pequeño jacal de madera. Para llegar hasta donde él, tuvimos que adentrarnos en la sierra y llegar hasta la ranchería de Sayulitilla. Desde allí su nieto el Güero Rosales, pescador, nos guía por un estrecho camino de terracería. Bajamos por la ladera de la barranca, viendo los cactos que emanan de la tierra y árboles de ciruelo que posan secos en su tierra.

 

Al llegar somos bien recibidos por Don Román Rosales. Es una sorpresa encontrar ese paraíso perdido, pues de ramas y huisaches, uno se encuentra con un terreno verde de maíz, chile, rábanos y árboles frutales al por mayor. Todo este terreno trabajado por un par de manos, las del abuelo Román.

 

Mientras la señora de la casa prepara tortillas, los hombres se dedican a contar las buenas nuevas. El Güero se ve feliz de estar de nuevo en aquel lugar tan familiar a su niñez.

 


“Aquí aprendí a usar la tarraya (red cónica usada para atrapar pescado). A ser pescador. En este rio uno sacaba bagres, camarones y langostinos al por mayor. De un tarrayaso yo sacaba un centenar de peces. Pero eso era antes, ahora en esta parte del rio ya no saca nada. Con suerte alguna mojarra.”

 

“Pura basura”, complementa con risa el abuelo.

 

Es culpa de las enyerbadas. Así le dicen los locales a la contaminación vertida sobre el rio. Rio arriba se encuentra la presa de Santa Rosa, localizada a las cercanías de Tequila. Luego dicen que todas las tequileras tiran sin tratamiento todos los ácidos con lo que limpian sus contenedores , y al abrir la presa de nuevo, deja el agua fluir con esos químicos, y lo único que alcanzan a ver los pobladores rio abajo, son todos los peces que mueren de la enyerbada.

 


Nomás el año pasado, sacaron 2 mil kilogramos de mojarra enyerbada, flotando panza pa arriba en las aguas del rio que les dio vida y muerte. Estas enyerbadas llegan a repetirse hasta 3 veces en el año.

 

Mientras tomamos una taza de té de limón, los hombres hablan del agua y el rio.

No están muy de acuerdo con la presa. Saben que el agua esta contaminada, y esta es la única parte donde el rio corre libremente, posibilitando un natural proceso de purificación.

 

Es como si uno se amarrara una liga bien apretada en la muñeca. Si las venas son como un rio, te aseguro que con un día que te la dejes, pierdes la mano. Un rio parado irremediablemente se hecha a perder.

 

El año pasado llegaron al lugar varios representantes de la CFE. Buscaban al dueño del lugar, y el abuelo Román salio de entre la milpa con un semblante amable como es su costumbre. Venían  a decirle que su terreno se inundará por la acumulación de aguas de la Presa la Yesca. Dejan al anciano sin mucha opción, no que le pidan opinión, si no que se tiene que salir a fuerzas.

 


Por 35 años sus manos han convertido esta tierra árida en una tierra productiva. Le preguntan por sus papeles de ejidatario, y el da cuenta que no tiene, que la persona a quien le compro los terrenos murió hace mucho tiempo. Entonces los hombres del gobierno empiezan hacérselas de tos, que no le van a indemnizar nada, si acaso unos 5 mil pesos por árbol que haya sembrado.

 

Don Román ha sembrado con el tiempo mas de 200 árboles, entre mangos, aguacates, guamúchiles, limones, toronjas y papayas. Pero a él 5 mil pesos no valen su trabajo, por que un árbol bien cuidado puede rendir mas que eso.

 

Se estima que las aguas del rio subirán 30 metros de su estado actual.

 

Don Román tenia esperanza de que las aguas no le llegaran, pero ahora ya sabe que hasta sus árboles de mango mas altos, serán tapados por las aguas del rio.

 

“Soy una persona trabajadora, 77 años viviendo en esta tierra. A mi no me va a beneficiar la presa. Mi huerta si me da que comer, yo vendo la fruta que producen los árboles, y estoy comiendo de mis cultivos, me estoy manteniendo. Yo ya no puedo trabajar en ningún otro lugar, no me contratarían”.

 

“A mi edad ya no doy las medidas para trabajar” afirma el abuelo Román.

 

“Y nimodo, o me pagan bien o no lo vendo, y aquí me quedo hasta que pase lo que tenga que pasar”, y aunque sabe lo que implica, no deja que en ningún momento la tristeza inunde su terreno.

 

Entonces la noche se deja venir. La fiesta se ameniza con el canto de grillos y chicharras de los alrededores. Las estrellas iluminan el vasto mano estelar, y junto al rio dejamos al sueño llegar.

 

Casi cerrando los ojos, entre que ya estas en el sueño y no, el Güero Rosales, acostado sobre una lona mira el paisaje que lo lleva a su niñez.

 

“Todo se esta acabando, esa es la realidad de los jodidos” le dice a todos y a nadie. Con un silencio apabullante, cierra los ojos y se queda dormido.

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