Moscas, Moscas, Moscas



Si tienes malos pensamientos, te advierto producirás una dulce toxina justo entre tu tímpano y el canal que lo lleva hasta el condominio de tu cerebro. Su olor será verdaderamente gratificante, aunque tu nunca tendrás la dicha de disfrutarlo, pues eres tan sólo un humano. Pero será a todas las especies a tu alrededor a quienes alimentaras el morbo y se sentirán atraídos por tu fragancia. Y e allí, la advertencia a la que quiero llegar. Tu no lo notarás al principio. Muchos dirán que la gente se aleja de ti por la grosería de tus comentarios. Pero es bien sabido que a las palabras se las lleva el viento. Si se alejan de ti es que nadie siente el compromiso de confesarte lo en verdad te sucede. Uno ve una larva caerte de la oreja. Es amarilla y purulenta, y ella si que dice injurias en una lengua que no se necesita saber. Te ofende con sólo acercarte. Alguna otra cae en la cuneta de tu oreja y se sentirá cómoda. Pero vendrá otra y ya no será tan cómodo compartir el espacio. Y es que desde que entro la mosca al cuarto, encontró en ti y tu dulce olor una guarida perfecta. Entro y comió de tus comentarios hasta saciarse. Sació hasta convulsionarse y morir; pero al desintegrarse sus partes se convirtieron en esas larvas purulentas que bailarán en la melcocha de tus malos pensamientos. Y mientras tu continúes ese estilo de vida, serás un maldito nido de moscas; de bestias aladas que se paran en mi mano y se lavan de las suyas la hedionda cerilla que agarraron al salir de ti, y me miran con un cinismo profano cunado me usan de toallita de baño. Entonces siento un asco deleznable por aquella bestia y un tanto más a ti, quien alimenta la peste con tal de saciar la dicha de odiar. Entonces, como los demás, también me alejaré sin decir palabra alguna.