Triste Carta



Querida ########



Llevo varias horas con el dedo en la tecla, deliberando si en verdad debo escribirte algo, si acaso tendrán alguna función estos versos que te anhelan desquiciadamente. Siento decirte que aún no me es posible superarte, tu retirada fue lo peor que me ha sucedido en la vida. Ha dejado de importarme todo aquello que le daba sustancia a mi lucha en la vida; la tasa acelerada de deforestación del Amazonas; del atropello a una señora que cruzaba la avenida y del cual el chofer homicida huyó impune; del cielo cae escupirá brea sobre nosotros por el castigo de otros; todo eso ya no me importa, es más, lo considero un bello adorno de un castigo divino, de una nube que llueve sólo sobre mí, de un ave que caga a propósito sobre mi cuerpo sin vida, arrastrado apenas por quien sabe que, un algo muy pero muy dentro de mi que me mantiene con vida.



Te aviso, me he alejado de la gente. Más, mucho más de lo que imaginas. La gente me espanta, sus gritos, sus facciones, su alegría me parece desbordante, falsa, hipócrita. Rehuyo participar con ellos en sus jolgorios; no me apetecen. Prefiero mantenerme sentado en el comedor, prender el televisor y dejar que él me devore, le cedo todo mi tiempo hasta que se indigete, que me susurre con sus bellas historias ficticias, y al final, me quede dormido allí mismo, para que Hugo me levante a media noche y promueva mi cama como la última de mis sepulturas. ¿Pero sabes que pasa? Me despierto. Con los ojos bien abiertos y el frío intentando amarrarme con sus viscosos tentáculos. Y entonces le doy de patadas, por que me cae de amadre que esa bestia ande de metiche en mi cuarto, que lea mis apuntes privados, manosee el manojo de bananos de mi desayuno, que use mi ropa y la deje tirada, sin vida y con su frío hedor impregnado. ¡Puta! ¡Como odio a ese imbécil de mierda! Entonces ya sabrás, salgo medio encabronado y las calles se lucen en mostrarse en toda su repugnancia, llenas de basura moribunda esperando su último paso en la cadena. Veo señora de la esquina que saca solo una parte de su cuerpo, que urga con su mirada a un punto mas lejos que las construcciones o la gente que alli nos movemos, espera encontrar algún fantasma de su pasado, ese que nunca se despidió de ella ni dejó recado alguno sobre su paradero, y ella en el fondo, con el pretexto de que espera a un lechero que es consiente hace años desapareció, lo busca con una esperanza tan pero tan fuerte, que bien podría asegurar que es el único pilar que la mantiene en vida.



Entonces a medio camino me encuentro con una toronja. Allí frente a mi futuro paso la toronja amarilla, grandota y llena de jugo. Y se del jugo por que lo veo desparramado. Lejos del árbol donde nació, de esa pequeña blanca flor que fue inflándose e inflándose, y luego creció a ser esa toronja, con su propia vida, su propio pensamiento, anhelos, sueños. Me imagino el día en que decidió independizarse, la última despedida en un paño de lágrimas, sus hermanas floresitas que apenas entienden del tremendo viaje que le espera, la vieja madre que le besa tiernamente la frente deséandole buena providencia, y esa toronja regordeta y llena de vida que ansía la comer el mundo entero, un mundo más , mucho más grande que aquello que vieron sus antepasados. Entonces desciende por última vez de su hogar para sólo encontrarse con el pavimento, oscuro y mentiroso, sin ánimos de ayudarlo, de darle a entender la reglas que existen en el mundo de los humanos, por lo que la toronja cruza imprudentemente la calle sin prever que ese monstruo de acero y caucho nunca detiene su paso, mucho menos por una toronja, y que le ofrezca por su imprudencia el medio segundo mas doloroso de su vida, el preámbulo de su fin, que lo abandonen alli tirado, con la pulpa secándose al sol y sus semillas ingenuamente creyendo que sobre ese negro pedazo de chapopote podrán germinar, y entonces se acabe la descencia en el mundo, con una madre que llora y llora por ver a su hijo muerto frente a ella, y yo también derramo algo de jugo de mis ojos, por que así es esto, por que no se todavía si la casera haya pagado el servicio de Internet y pueda enviarte este texto, si es que aún existe alguna persona con la esperanza suficiente, una por seguridad mayor que la mía, para entregarte esta carta a ti, donde sea que estés, si es que existes, si es que no eres solamente una imagen creada de mi subconsciente para sobrevivir esta vida tan miserable, alguien a quien dedicarle mi corazón y la razón de todo este dolor que rodea las calles, al chofer homicida que toma angustiado un mezcal encerrado en su bañ , la madre que abraza sus flores, la abuela que continua esperando, yo que continuo caminando, con estas letras que son para ti, sólo para ti.




Atte

Yo

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