Aburrimiento

Lamento decirlo, la vida me tiene algo aburrido. Las aventuras de los dias se han vuelto increíblemente lentas y lamentablemente caras. Los viejos se han vueltos lentos, adictos a sustancias, que debo decir claramente, no estoy en contra de su uso, pero ahora que se me ha prohibido por prescripción medica a movimientos abruptos, emociones fuertes, golpes y sustancias fuera los nutrientes del alimento, me toca ver la vida desde la sobriedad.


Por ende ( con remordimiento por Hipólito) me siento aburrido a estar, me queda acaso escribir, leer, a caminar y a comer. El otro día me eché un pedo en el Caligari, fue algo gracioso ver como todos sospechan de la persona mas cercana, la mesera camina por el pasillo con el menú y absorbe mis olores hasta la sala adyacente, entonces la señorita vestida de azul , mujer de agudo olfato induce que proviene de su novio europeo que lee con dificultad los platillos. Y yo puedo sonreír maliciosamente mientras tomo café negro sin azúcar ni leche, culpable directo del gaseoso proceso digestivo.


Resulta que mis ojos han estado algo frágiles, ya no tristes, pero si encarcelados en un orden riguroso, aceptando la realidad impuesta, cualquier burla o chistorete queda corto a la realidad. Entonces me ha vuelto inmune a comentarios. No me gusta andar contando mis eventos privados, no de dolores ni aburrimientos, prefiero el silencio, aunque me desespero ver a la raza apendejarse sin mi, y luego preguntan como brutos desbocados sobre mi abstemia. Y luego comienzo a relatarles hasta notar entre su desconcentración y mi aburrido cuento que mejor es cambiar de tema. Llevo una semana sobrio. Una enorme prueba al autocontrol. Obvio queda prohibido la nicotina, entonces según la regla dorada, un vicio cubre a otro. Cual vicio encontré, perderme en los detalles diarios, ver la cara de la gente. Las raras facciones que conviven día a día. Los largos silencios con los que sobrevivimos. El tipo de risas que escucho desde el techo del departamento. Las luces que quedan prendidas en la torre de Chapultepec. Siempre la he visto, siempre he deseado encontrar la razón, la sombra pobre diablo que sobrevive para la empresa. O mejor aun, quien pide a su sensual colega de cubículo esperar a que todos se retiren para terminar con el proyecto, y quedar solos con un territorio a varios decimos metros del piso para desenfundar toda fantasia sexual. Eso estaría de wevos.

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