Fotografía Fatal (FF)

Última fotografia del filipino Reynaldo Dagsa 2011


Imagina que pudieras ver el momento justo antes de tu muerte, ser testigo ciego del asesino que se acerca con saña, del dedo apretando el gatillo del revolver justo cuando aprietas el obturador, que da paso a la imagen para que llegue pura hasta el sensor, y de éste hasta la memoria, quedando así recordado para siempre.



Este tipo de fotografías no es de todos los días. Ello por la circunstancia del momento tan fatalmente preciso. Es mucho más fácil fotografiar el último momento de un fusilado, por que el fotógrafo retrata un momento ajeno, no sufre en carne propia ni tampoco interviene en el evento, es sólo un mero espectador.



Pero aquí, hay una magia perversa. Como en un thriller hollywoodense; el pistolero jala el gatillo justo en la noche de Año Nuevo, justo cuando la ya futura victima toma la última fotografía de su familia, cuando los cohetes explotan por los cielos y dan muerte al año mientras reciben en pañales al nuevo. Dicen que la familia tardó en realizar que el hombre había recibido un disparo, pues con tanta explosión les fue imposible diferenciar la pólvora de una bala con la de un cohetón.



Quedan abiertos un número de preguntas sobre acto del azar; pensamientos sobre la niña y la mujer del medio que cierran los ojos exactamente al momento de tomar la fotografía. Como si el flash tratará en evitar darles el testimonio del fallecimiento de su ser querido; el joven atrás, único testigo del fatal destino, sorprendido al quedar a una escasa distancia del sicario en plena acción, y ese segundo que se muestra en su fatídica mueca, como quien sabe que llegó segundos tarde y por ello, no hay nada que pueda hacer para detenerlo; la señora de edad, acaso su madre, que mantiene la mirada estéril y compasiva, testigo presencial de la fotografía y el momento en que el hombre, acaso su hijo, se deja caer herido.



¿Qué motivó al asesino a disparar en ese preciso momento, acaso esperaba una señal, se sintió amenazado y se apresuró a terminar con su misión, buscaba con en el flash sus 5 minutos de fama?



Esto no lo sabremos, no nunca, porque hay preguntas, cosas que pasan en la vida que forman parte de un nudo imposible en desatar.



Por último me quedo con esto que les comparto, que este episodio es un ejemplo claro que en estos tiempos, todo acto carece de mortalidad. Todo lo que sucede puede, tiene la posibilidad de ser documentado, fotografiado, videograbado y por ende mantenerse a través del tiempo. El acceso general a estos artefactos tecnológicos a potencializado esta realidad; ahora todos archivamos imágenes y videos, y no sólo lo nuestro, sino que inconscientemente también de todo lo que en si forma la imagen, el paisaje. De todo esto y mis dudas, reconozco que lo más seguro es que el asesino nunca intuyó que su acto quedara inmortalizado, que todo fue tan veloz que nadie, ni el asesino, ni la víctima ni los fotografiados entendieron la red de sucesos, pero que gracias a una oportuna fotografía, el anonimato del asesino fue traicionado, y que será juzgado culpable por el testimonio del único ojo que lo recordará por siempre.

1 comentarios:

Eu non fun...arreostia! | 3:59 p.m.

http://eunonfunarreostia.blogspot.com/
va de fotografía entre otras cosas :)
buen blog!