Olvidar lo memorable
“Por medio de un exceso de obligación del recuerdo uno abusa a la memoria, al separarla de su doble constitutivo, el olvido."
Extraído de La comunicación: memoria y olvido, conferencia magistral de Herman Parret, en el marco de las Terceras Jornadas Internacionales Peirceanas, Mexicali, abril de 2010.
A según el año, celebramos los 200 años de la independencia de México, y los 100 años de la revolución mexicana. Para algunos, el evento no significa nada, incapaces de conectar el largo hilo de actos y consecuencias, el hecho pasara como una conmemoración mas, talvez y con suerte, un par de dias de asueto que se repeguen al fin de semana.
Los que mas desean esta celebración, son obviamente los políticos, por que en su discurso pueden acomodar los actos del presente. Todo acto, se justifica si lo aplican inteligentemente a una larga trama novelesca que nos lleva desde el grito de Hidalgo hasta el presidente Calderón. Por eso para ellos la trama del bicentenario es de suma importancia, por que es la hora de que el país se una bajo una misma bandera, bajo un mismo discurso, bajo el mismo cántico de cielito lindo. Vivamos juntos como hermanos la memoria de México.
Los críticos saben que eso no es cierto. Que la realidad no esta ni cerca de ser la realidad que buscaron en sus tiempos los insurgentes. Los críticos piensan que la realidad es sinónimo de la realidad que aquellos insurgentes combatieron, y los críticos anhelan por dentro que alguien se atreva a levantarse en armas y continuar con el vicioso ciclo histórico mexicano.
¿Entonces que es lo que vamos a recordar?
Ciertamente, la celebración del bicentenario ahora aparece como un órgano de coerción a la memoria. Nos obligan a recordar el pasado de nuestra historia mexicana. Es como dice la memoria de mando, recordemos, lo que es recordable por favor.
Los globos se han inflado y las hieleras estan repletas de aperitivos, el aparato estatal ya esta hechado andar, por lo que me apego a que la maquina de coerción memorial habrá de continuar hasta su objetivo final. Cierto es que la obligación de entender la memoria practica del gobierno funcionará, con dádivas, en muchas personas. Pero es una arma de doble filo. Pues quien obliga a recordar, se mete en los terrenos pantanosos del olvido. No esta en la habilidad de todos, andar inmiscuyendo en la mente de alguien que reprime un horrible episodio de su pasado, en este caso, la violación de su padre y una madre que desecha la posibilidad de ese acto.
Jugar con el olvido, nos hace recordar cosas, ver cosas que no vimos, entender la maraña de situaciones y cómplices que ayudaron y dejaron que un acto suceda.
Y nos hará recordar que somos una cultura que no nos cansamos de repetir la historia, la mexicana, solo esa, que el olvido y la memoria nos han traicionado. Que no hay nada que celebrar, cierto, que la situación esta mal. Pero que yo no participaría en ninguna revolución, por que ahora si, seria chingarme a la memoria de mis futuros, y eso seria el colmo.
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