No hay nada que mas me emocione en la televisión, que las pantallas mediáticas. El uso de la palabra pantalla se rige por definición, de un material que muestra información grafica, y simultáneamente tapa un escenario real. De tal manera que ver una película en la pantalla tanto del cine como de la televisión, implica forzosamente dejar de ver el ambiente circundante. Las pantallas, como todo ser vivo, se alimenta de la atención, fuente primaria de nutrientes.
En México, las pantallas son muy usadas. Me arriesgo afirmar, que la televisión es ya, un elemento esencial en cada hogar, casi en la rubro de la canasta básica.
Las pantallas nacen de los medios que se dedican a crear el alimento grafico que muestran las pantallas. Estos deciden mostrar lo que a su visión, es del apetito de la audiencia mexicana. En veces han de utilizar, por cuestiones políticas, historias pantalla que nos sorprenden y de manera agresiva nos absorben.
La estabilidad de una sociedad como la nuestra, depende de la pasividad. En momentos de crisis o caos, el Estado o gobierno, urge de llamar la atención a otro lado. Es como cuando un ladrón muestra carne al perro guardián, el tiempo suficiente para que su compañero pueda trepar por la reja y entrar a la casa para cumplir su objetivo.
Veo televisión. Soy parte de la audiencia. Pero no hay nada que mas emocione que las pantallas extraordinarias en la programación. No pasan todos los dias, solo en los momentos en que se necesiten.
He tenido la bendición de ser espectador de tres espectaculares historias en el río de información mexicana. Una. El caso de Diego Santoy y su homicidio de Erick y Maria Fernanda Peña Coss en Monterrey. Dos. Los tiburoneros de San Blas, Nayarit, que sobrevivieron a un naufragio de 9 meses. Tres. La muerte de la niña Paulette Farah.
Las tres historias (digno material de programas como Primer Impacto) comparten ciertos atributos. La principal, es su repentina y sorpresivo galardón como portada noticiosa en la extensa mayoría de los medios de comunicación. Esto deviene del cuerpo del caso, construido en un drama total. Inventados o no, estos casos se quedan inmersos en los medios, por semana o dos al aire, dando los primeros dias toneladas de información, seguido por pequeños bocados según pasa la semana. Concluye las similitudes en que sin mucho problema, se vuelven el tema de la población, que creyentes o no, lo comentan en el día.
Los tres casos también comparten su exclusividad por parte de las dos principales televisoras del país. Televisa y TV Azteca, simultáneamente con sus informadores estrella, estallan la noticia en las mentes del pueblo. Los demás medios, sabiendo o no la veracidad de la historia, se suben al tren e informan al día siguiente, ya que saben si no informan del “hecho” perderán lectores. Perderán dinero.
Me interesan este tipo de pantallas por una simple razón. Una duda totalmente personal. ¿Serán acaso estas noticias tan importantes como para tomar la punta de la información diaria? No niego, nunca, que en el país pasan este tipo de casos y peores. Lo que me lleva a preguntarme, que tienen especial estos casos como para darle un seguimiento tan minucioso.
En los tres casos, no me queda duda, el ambiente social, político y económico del pais pende de un hilo. En el primero, justo cuando se negociaba en la Cámara Legislativa la famosa Ley Televisa, justo cuando se había aprobado la controversial ley, justo al día siguiente, sale a la luz el caso de Diego Santoy.
El cuento de los tiburoneros que sobreviven a un naufragio de 9 meses ( historia tan increíble como los cuentos de García Márquez o el guión de la serie Lost), historia absurda, llena de baches y contradicciones, surge en pleno apogeo del entonces presidenciable izquierdista radical, Andrés Manuel López Obrador.
El tercero, el caso de Paulette, la niña asesinada por sus padres, me hace pensar, según el estilo de la pantalla, que podría tener una vinculación con las declaraciones del Mayo Zambada a Julio Scherer para la revista Proceso. La afirmación, para muchos clara, que la guerra contra el narcotráfico es una guerra perdida, que justo cuando cortan la cabeza de uno, como hidra de Lema, da dos o mas cabezas resurgen. Espero que sea por eso, sino es que es algo peor.
La pregunta clave sobre las pantallas no solo es su utilidad como cubierta de la realidad. Si no, lo que me es mas preocupante, si de tanto material negativo, solo sentimos y actuamos ante este tipo de noticias amarillistas, confirmándonos inmunes a realidades mas importantes, tanto personales, locales, nacionales e internacionales.
Lo que me lleva, como conclusión.
La realidad duele. Por eso nos encantan las pantallas de fantasía.
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