En toda lámpara que se jacte de mágica, yace encarcelado un mago de poderes maravillosos.La lámpara inmóvil en su pedestal, castigada a su eterna contemplación. Espléndida tubería chapeada con arenales que un alquimista transitó al oro. Labrada bajo la negra llanura de un noche de luna perdediza entre las peligrosas planicies del desierto del Seth. Traidor infalible aquel dios que lo quiso todo, y que aún en su derrota, logró arrebatar de los humanos todos aquellos poderes mágicos que les fueron conferidos para su desarrollo. Él lo escondió bien, en una lámpara gigante que vendió como un burdo objeto a los turistas. Sin embargo, bien es sabido por palabra de los antiguos en los bazares de Riyad, que quienes se acercan a la lámpara sienten una presencia invisible, un brazo que empuja mas allá de los limites, que permite volar y llegar a altitudes nunca antes creídas, y aunque abras incrédula tus ojos como estrellas nacientes, has de creer que alrededor de la humanidad, yace latente la magia de Ra.
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