Siempre me gusta treparme de los faroles, simular las vueltas de algún feliz marinero llegando después de 8 meses en altamar al puerto de Staten Island, dar tantas vueltas centrifugas hasta donde puedan aguantar mis manos, aunque mas simule a una mujer que vive entre amores de luces león. Volteo arriba y veo la luz artificial, lejos de ser una flama como la que antes debía prenderse cada noche, una polilla choca ilusamente contra el vidrio, la busca enamorada de su brillo, incapaz de notar la diferencia entre la luna y una simple bombilla. Se ha enamorado de una futura desilusión, cuando luego, todas las noches vaya a visitarla y tampoco nunca la alcance, nunca roce con su beso, ninguna caricia para su placer, y el tiempo la haga cada vez mas vieja, las antenas mas débiles, sus patas frágiles, cuando sus aires de grandeza se acaben en una búsqueda inútil, material, sintética. Trato de golpearla con mi sombrero, dejarla desmayada sobre el piso para que reaccione, pero admito que es peligroso, no puedo comprometerme a cuidarla si la lastimo, pienso que es lo mejor para ella, pero ella me rehuye, vuela sobre mi y me escupe violentamente al ojo. Ante su reacción me alejo emputado, VETE ALA CHINGADA, POLILLA PENDEJA, le digo dándole la espalda, me iré caminando hacia la luna, tranquilizando mi enojo, pensándola enamoradamente, aunque en el fondo sepa que nunca la voy alcanzar.
Luces de Neon
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1 comentarios:
De cuando en cuando nos disfrazamos de polilla enamorada de la bombilla.
Me gustó un montón.
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