O que maravilla es el oficio de la agricultura. Frotando cariñosamente la tierra donde crecen frutos que nos alimentan. Que de las lagrimas del cielo riega el polvo que nos mantiene vivos.
O que tanta vida le dedican quienes la trabajan. Hombres de largos silencios que miden el tiempo con el reflejo de las sombras.
Maíz en el verano, rábano con frambuesa en primavera, calabaza hervida en las tardes melancólicas de otoño. Caminando por el campo no hay mujer u hombre que ande con la barriga vacía. Levanta la mano y arranca el fruto de los árboles. Chupa el néctar de las flores antes de que la zumben las abejas, muerde los brazos de una zanahoria y veras que ella se muere de placer en tu boca.
Pero ahora son tiempos difíciles. Llego el alambre y comenzó el hambre.
Pronto las tierras se cercenaron, se vendieron como putas de cantina, indiscriminadamente abrieron sus piernas, le dieron, la violaron uno tras otro, ni sus suplicas detuvieron la salvajada que dejo a la tierra llorando en la esquina.
O que piensas campesino, cuando miras la temporada montada sobre las nubes. Sin semillas de vida, sin tractos que aren, con vacas flacas que caminan sobre un polvo quebrado.
Sin otra opción, o que hará el agricultor para sobrevivir, si la tierra lo mira con ansia de sus caricias, o agricultor que te empujan a los limites de la decencia, sin otra opción, o siembra hierbamala o siembra pánico para sobrevivir la temporada.
Agujeros en línea ven el lento paso del huarache, sembrando pánico semillita por semillita, midiendo al tanteo la distancia para que no cunda el pánico, solo para una cosecha rápida de invierno, solo lo suficiente para vender en el pueblo por queso y tortillas.
El pánico es noble, hierba cueruda que ni el sol ni la noche son capaces de mermar.
O acaso unas lágrimas de miedo con gritos de terror son lo suficiente para que germinen los primeros tallos de la mata.
El agricultor regresa de la oficina de federal de Agricultura, cabizbajo sin comentar mucho a la hora de la comida, verdolagas con pichón de monte digieren su moral, no siente nada por sembrar pánico en la temporada, en sus uñas se vislumbra la orilla manchada de sangre.
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