PRIDE PARADE




Pride Parade. Orgullosamente Homosexual

 

Por Renné Sánchez

 

 

Let there be love…

 

Adán merodea por los verdes pastizales que brillan debajo de un cielo primaveral. Un sol chilloso abre con sus rayos los pétalos de los dulces frutos en el jardín del Edén. Adán no tiene mucho de que preocuparse, se alimenta con los regalos de la tierra, toma del agua  cristalina y pura que recorren las venas suelo, vive bien bajo el yugo de su dios. Aun con todo, mientras se sienta debajo del sauce, Adan se siente insatisfecho. Solo. No practica el lenguaje de plantas ni animales, y por mas inteligente que es, no es capaz de inventar a alguien con quien compartir tanta felicidad. Entonces su dios, científico de profesión, tomo una costilla del costado de su hijo, lo metió en una probeta esterilizada y le clono de si un compañero, otro hombre. Su nombre era Steve.

 

La pregunta fundamental siempre es, el homosexual nace o se hace. Para ser justos, dice mi psicóloga, la mitad nacen, la otra mitad se hacen. Históricamente una minoría discriminada y poco entendida. Religiones y gobiernos han  apuntado sobre la homosexualidad la causa del deterioro  moral en la sociedad, como si de sus gustos sexuales partieran las atrocidades de la humanidad.

 

Aun así han sobrevivido a esto y muchas otras fatalidades en el tiempo. En la actualidad, en algunas de las metrópolis del planeta, gays y lesbianas han alcanzado una representación justa en las políticas públicas, el reconocimiento como  parte integral de la sociedad, sin discriminación ni segregación.

 

La lucha política contemporánea puede atribuirse al movimiento gay en los setentas de San Francisco. Era el tiempo de Harvey Milk, reencarnado recientemente al cine en el cuerpo de Sean Penn, recomponiendo su lucha  en el conocimiento de las masas. Búsqueda de políticas que los incluyeran como personas,  recibir trato digno y igualitario para cuestiones laborales. Derechos de asociación, beneficiarios de montar una familia, criar un hijo. Partiendo de allí, en muchas de las ciudades del mundo, homosexualidad ha dejado bien clarito que su existencia no es un privilegio, sino un hecho que aceptar.

 


En Soho dentro de Londres, los hombres se ven tomados de la mano, con ojos coquetos se sientan a tomar una cerveza, a conversar y conocerse. Las banderas inglesas se tiñen de rosa,  ondean sobre los negocios un arcoiris sin ataduras a la lluvia con luz. Se acerca el 4 de julio, lesbianas, gays y transexuales preparan sus mejores indumentarias para tomar la calle con orgullo. El Pride Parade es su festejo, este día ellos son el icono. Salen del closet vistiendo glamorosos atuendos de brillantina y falda corta. Se besan con todavía mas amor que ayer, sin un gramo de pudor, entre labios que se reconocen en un vals sin pasos.

 

Sobre el orgullo-pride, Alastair Crow, representante juvenil del LGBT( Gay, Lesbian, Bisexual and Transexual) opina que el desfile representa la oportunidad de mostrarse como uno realmente es, sin nada que ocultar. Para aquellos curiosos que miran, les muestra que hay algo por lo cada quien debe sentir orgullo. Nosotros somos nosotros, nunca mas volvemos al closet.

 

A la una de la tarde, los carros alegóricos han tomado Baker Street. Se ordenan según sus lugares en el cronograma, que nadie se equivoque, las policías lesbianas, bomberos gay, los trasvestis adornados como cinderelas. Enormes banderas tapizan la calle para que las aves se confundan con el arcoiris que recubre la típica negrura del asfalto. Giran sobre Oxford Street, la congestionan con música, bailan disfrazados, animados, excitados.  Los mirones se paran sobre la banqueta, arriba las mujeres abrazan a sus mujeres, los hombres visten diminutas prendas que no dejan mucho a la imaginación.  Comentarios se derraman al aire, míralo, que sexy es, lastima que es gay, mira que niña tan hermosa, si me hubiera conocido antes no seria lesbiana. Típicos diálogos fuera de contexto de los bugas (heterosexuales). Al final Trafalgar Square espera con un castillo de bocinas en el escenario, una lista de artistas homosexuales o afines enlistados, de esos que les encanta la fiesta nunca acabe.

 


Simultáneamente en Soho no se permite la entrada a ningún automovil. Soho es una zona que con el tiempo fue conquistada por gays, lesbianas y trasvestis. Territorio seguro, de mente abierta.  Las risas se embriagan rápidamente, los bares venden pintas al por mayor, globos de colores, condones gratuitos, una comunidad de drag queens se reúne en las banquetas exhibiendo sus coloridos plumajes atado a una mirada sensual.

 

Jóvenes, muchos jóvenes. Alastair comenta sobre esto. “El Pride Parade ha servido de puente de seguridad para muchos jóvenes que apenas descubren su sexualidad. Les ha demostrado que no están solos en el mundo, que no es una enfermedad en lo mas mínimo. Que no existe vergüenza alguna en amar a alguien de tu mismo sexo, al contrario, es algo para sentir orgullo, pues cuando uno se acepta en el mundo, no hay razón para no ser feliz.

 


El problema del mundo es que esta regido por discursos impregnados en odio. Lo que se necesita es que todos adoptemos una filosofía de vive y deja vivir. No solo para que acepten a los LGBT como personas, sino aceptar las diferencias entre religiones, razas, clases sociales. Pero esos cambios solo pueden cambiar con el tiempo, dando pequeños pasos. En algunas ciudades la apertura es grande, somos aceptados integralmente en la sociedad, pero aun existen ciudades en el mundo donde gays son apedreados a muerte, concluye.

 


Por ello,  este día es su día.  Este día, salen del closet miles de la ciudad, ejecutivos, maestros, jóvenes, y abuelos. Se toman de la mano, se unen a la lucha. Día a día, dice, se gana terreno entre la población. Solo así, día a día, como se puede y debe vivir. Ya ahorita por mientras dejemos al alma bailar. Ha llegado la batucada mas multicolor del mundo, sin camisa y con un collar de picos rosados, el maestro de orquestra ordena, hoy, hoy nos respetamos, hoy nos celebramos.

Menu del Dia

 Menú del día

 

Recomendaciones para un estomago en el UK

 

Por Renné Sánchez

 

En el universo de la cocina, las reglas de interacción entre las variables se rigen por dinámicas distintas a las ya universales normas de la física y las matemáticas. 4 x 2 es 8 como también llegas multiplicando el 2 por 4. Pero  para el chef, con la cara ardiendo y mirada sumergida en los adentros de un pedazo de sirloin, el orden de las cosas si modifica el resultado. Corte de carne en cocción semi cruda, bañado en salsa de hongo con acompañamiento de brócoli cocido y patata dulce. Plato de Sirloin.

 

Si hemos de cumplir con los requisitos habituales de cocina londinense, debemos leer con atención el nombre de los platillos y su correspondiente sombra de ingredientes. No existe gran variedad, solo elementos culinarios básicos convertidos por ritual en el representativo para el británico. Por ello es imposible modificación alguna en formas y tiempos, convencido en normas, que el platillo será el mismo en cualquier lugar de Londres que lo busque.

 

Desayuno. Encontrado el primero comedor fuera de casa, de ser posible cercano a una ventana para escapar la mirada mientras espera, sentara usted sus  gustos por el siguiente platillo. Sandwich de tocino. Grasoso pero lo suficientemente energético para sobrepasar al inicio del día. El tocino como algunos otros derivados de animal no necesita de aceite para cocinarse, pues su estado grasoso es tal, que se utilizara a si mismo para alcanzar el nivel de cocción deseado. Sobre dos pedazos de pan ( tostados) que lo contienen y aderezos de mayonesa sobre dos hojas de lechuga, este aparecerá por arte de magia frente a usted.

 

El ritual del té para desayunar, o el ya bien conocido brunch, que es la entrada después del desayuno sin llegar a llenar como la seriedad de la comida. Un tentempié ha de ser. Sin abuso.

 

Leche y dos cucharadas de azúcar. Servirlo a las 10, primer break del día, sintiendo el cambio de guardia en Bukkingham y las nubes entrecortando al sol. Hago constar que el té ingles (indiscutible para la hora) es té ingles. Pregunto a las meseras de varios locales donde exijo mi té y la explicación de su origen. ¿ De que té es el té ingles? La mesera me mira consternada, acostumbrada talvez a los malos tratos de su patrón y unos centavos por los que lucha de propina. Pues, piensa de inmediato, de té ingles. Me quedo sorprendido, en pausa pensando, dando el espacio suficiente para que la mesera escape del cliente de la mesa 4. Acostumbrado a leer, me acerco la envoltura de la bolsa de té a las líneas de mi mirada, busco al reverso en los ingredientes. O sorpresa.

 

INGREDIENTS: English Tea

 

Inaudita costumbre tan creativa. Lo que no saben lo inventan en verdad. Pero bueno, buenas cosas también se inventan, sabrosas como la leche que derrama la amargura del té, y se hace acompañar por la dulzura de caña morena en los últimos sabores que se deslizan por la garganta.


Hora de la comida. Recuerda que el cordero aderezado sobre el poste que viratorio, no es una comida tipica londinense. Nunca lo fue sino hasta la invasión árabe.

 

Lo que buscas en el menú es un platillo de Fish and Chips. Lo ordenas e inmediatamente la mesera retira de tus manos el papel de platillos. En la cocina se ha escrito por el papel carbón la petición de la mesa 4. El cocinero urga en el congelador por un pedazo de pescado que despertara de su invierno para pasar un ultimo verano en las rejas que lo sumergen dentro de aceite hirviendo. Lo frito es la posición que toma el elemento cocinado, bien pudo luchar contra el acto, una cara de dolor y sus manos luchando contra el inevitable acto de quedar crujiente .

 

Petrificado, se unta sobre una cama de papas fritas aleatoriamente delineadas el uno con el otro, formando en su imagen general un sinorden ejemplar. De acompañamiento, hemos tenido la buena gracia del cocinero por el puré de chícharos con hojas de menta que luce tan primaveral dentro del platillo, adornando de naturaleza lo que ha muerto por los calores de la fritera.

 

En la espera, siguiendo las líneas del piso de madera hasta el epicentro del pub, una regordeta bartender espera ordenes. La cerveza es medida en un pint, 568 mililitros cuantificables en un vaso preestablecido. La sirve directo del barril, dejando que la espume se envuelva junto a su liquido, rebasando con cada segundo las reglas de gravedad, rellenando la torre inversa que yacía seca dentro del vaso. La cerveza ale, o ámbar termino comparable, es la identificación alcohólica mas obvia para el británico. Un suave sabor amargo por las maderas que vieron segundo a segundo la cebada añejarse. Se puede incluso tomar temblada, pues el frío enmudece las papilas gustativas, de tal manera que la cerveza no sea solo el refrescante o empuje de alimentos pastosos, la cerveza ale es parte esencial en su dieta diaria.

 

Zona de Postres. La pretensión de postre esta dividido en dos secciones, ambas altamente deseables según las necesidades del día. Por una parte,  los doughnut, masa envuelta en el ombligo de mermelada de fresa o cherry ingles o un pastelillo de frutas de temporada, dediquemos la temporada a la frambuesa tan utilizada cuando nace. Por la otra, envolver tabaco en planillas blancas para engullirlo enseguida. Bien es dicho por los viejos, que para que algo salga bien, esta mejor en nuestras manos hacerlo. Obtener la mala costumbre (para sus pulmones solo digo) de la habilidad como todo británico de forjar sus propios cigarros, a su antojo, con la fuerza o debilidad que le apetezca el momento. Es un sabor fuerte, parecido como debieron ser en esos primeros cigarros con hoja de tabaco que ofrecían los nativos a Sir Raleigh pisando Norteamérica.

 

Solo supone un pequeño acto de decisión, elemento fundamental en el libre albedrío.

 

Ya para cuando termine, notará que la luna se esconde detrás de las nubes, las tiendas han cerrado, una ligera corriente de aire circunda las calles de Castletown Road y Baron Court. Camine unos pases para que la comida obtenga una correcta digestión.

Vaya a casa y duerma. Mañana será otro día.

 

Provecho.

KP

Me paro frente al fregadero, su boca abierta exhalando su fétido hedor a sobras de comida. Las burbujas de jabón intentan un ultimo vuelo de escape, pero se revientan frente a mis ojos causando un enchilamiento que repito en altavoz. Verga madre. Lo digo alto para que conozcan mi realidad, de la madre, que sepan que vengo de ella, y de la verga pues como toda discusión no existe ovulo que valga sin esperma que lo pele. ¿Dónde estan los guantes de hule?

 

Los guantes Pook los esconde bajo los sartenes, por que ella piensa que son de ella, y le desagrado la semana pasada ponerse los guantes con el dedo índice engrandecidos por mi dedo. Sus dedos son pequeños, ella lo nota con desagrado. Profana el aire. Pero nadie en la cocina entiende tailandés, entonces el chef continua haciendo el corte de rib eye y el polaco dedica el ocio a formar figuras con su centenar de balines magnéticos que compro en el mercado de Camdem. 

 

¿Quien corto el dedo índice del guante? Y solo un guante, el izquierdo. A mi que me sirve un guante contra los enemigos de la grasa y el agua hirviendo. Reconozco el pequeño corte que han dejado en el guanto, miro su taza, se la cambio por la taza de jabón.

 

Pook pide té verde. Lo toma mientras espera los platos de la mesa cinco. Le revienta el hipo desde el tórax.  Libera dos burbujas al aire, flotan, se esmeran en conocer la cocina. Ilusas. Pook toma el cuchillo y las rebana, esconde el diminuto cuchillo adentro del guante.

 

Justo a punto de lavar los trastes, inserto los guantes en mis manos, siento una punzada en mi piel, me rebano el dedo índice cuando ajustada el guante a mi mano, el dedo cae a las fauces del fétido fregadero, el chef ríe cuando mira que el polaco delineo con los balines un pene gigante en la puerta del freezer. Miro mi mano ensagrentada, goteando sobre la taza de café, tomo la taza con la mano derecha y miro el guante sin el dedo índice. Me lo pongo y continuo lavando platos. 

La Revolucion Verde los iraníes








La Revolución verde de los Jóvenes Iraníes.

 

Por Renné Sánchez.

 

La calle que delinea el perímetro de Hyde Park en Londres, se  invade de un verde limón sobre las  hojas de los árboles que miran con curiosidad el tumulto que se reúne a sus raíces. Al otro lado de la calle, la bandera  iraní cuelga como ropa en tendedero sobre el asta que emerge de la embajada. No se mueve. No hay aire, solo las respiraciones de hombres y mujeres, jóvenes con ojos envueltos en furia y su alma envestida al combate. El deseo de cambio, el sufrir del exilio. Las jovencitas lucen enormes ojos de esmeralda, pero aunque no son obligadas por ley a usar la burka, se tapan la cara con pashminas de seda para espantar a miedos y demonios. Los jóvenes se envuelven en largas tiras verdes, simulando las pinturas de aquellos guerreros que se adornaban justo antes de una batalla.  El verde, su color de emblema, la tierra, el color de la revolución de Irán.

 


Debajo, al otro lado del globo, por donde medio Oriente se destruye entre el polvo de ideologías y religiones, esta la tierra donde el hidrocarburo nació de la herida de Alá. Irán se encuentra en una encarnizada lucha de poder. Las elecciones entre el ya presidente Mahmoud Ahmadineyab, representante del Islam recto y conservador, contra el centrado opositor Mir Hossein Mousavi, resultaron en una cuestionada reelección del presidente. Fraude dicen los votantes.

 

Mousavi no tardo en hacer un llamado a la población, la urgencia de manifestarse, de exigir respeto por su voto, de crear la resistencia civil. Un pueblo iraní cansado de un gobernante que solo se concentra en buscar los reflectores mundiales con amenazas al mundo Occidental y comentarios incitadores como la mentira del Holocausto en vez de los problemas en casa, provocó en la gente el ánimo de salir a la calle y enfrentarse en contra del sistema político de su país.

 

Jóvenes estudiantes dejaron las aulas y salieron a la calle a tomar el centro de Teherán, su capital. Reclaman su derecho a decidir por su futuro. Portan paliacates y turbantes verdes que cubren sus caras. Gritan con furia exigiendo el respeto a su voto, que impere la democracia para todos.

 

En su mezquita, el ayatola Jamenei, máximo líder religioso, castiga con discursos la desobediencia civil, amenaza que el orden será impuesto a como de lugar. Desde ese momento los elementos militares y policíacos son ordenados a reprimir cualquier brote de insurrección. La confrontación no se hizo esperar.  Se ordena a todo reportero internacional a salir de Irán, se apagan las cámaras, se velan los rollos, se callan las voces para que ninguna imagen pueda filtrarse al exterior sobre el acto que esta apunto de consumarse en el interior de Irán. Sin embargo jóvenes iraníes utilizan las cámaras en sus celulares para documentar las golpizas  que sufren desarmados civiles por las fuerzas del orden iraní.

Lo único que se sabe de Irán en estos momentos, están en las letras de valientes bloggeros, en las imágenes que suben día a día a plataformas como Facebook o Twitter.

 


Se escuchan las balas de goma, cámaras de gas que humean el panorama, gente que corre ciega con trapos en la cara. La joven Neda sabe que esta es una batalla que ella también debe luchar.  Sale a la calle. No teme a los elementos de seguridad, les grita, les ordena que respeten lo que el pueblo ha decidido. La policía empuja a la turba. Se escuchan balazos. Neda siente el piquete de un mosco en el pecho. Se aleja por la calle, sus dedos sienten donde el piquete una honda grieta hasta los abismos de su cuerpo, se derrama al pavimento. Gente que la mira corre en su auxilio, la sostienen, tratan de bloquear la herida, piden auxilio, un joven se acerca grabando con la cámara en su celular, ella lo ve, y mientras un arroyo de sangre recorre su piel, sus ojos desaparecen en un blanco abismo, su alma se retira de un cuerpo sin vida.



El video de su muerte es subida a la red enseguida. Sin restricciones vuela por el mundo. Neda, cuyo nombre en lengua farsi significa voz o llamado, se ha vuelto el mártir del movimiento. Muchachas usan su imagen como símbolo, la mantienen viva en las fotografías que portan en cada manifestación. Tal vez su cuerpo ya no exista, pero por alguna razón, ella y su voz quedaran vivas por mucho tiempo mas.

 

En Londres, inmóviles policías ingleses miran los iraníes que llegan uno a uno a la manifestación. Los iraníes exiliados se amontonan sobre la valla que los contiene. Banderas ondean al aire, repiten en una sola voz, que termine la dictadura, que respeten la democracia. Con un megáfono, una mujer liderea con cantos, exclamaciones con verdades vestida en poesía. Se reparten velas entre los asistentes. Se mira a muchos jóvenes luchando por algo que no han vivido, pero acaso les es inconcebible imaginar, detrás están los ancianos que alcanzar a recordar su niñez en su país, algunas madres liberadas de la burka llevan a sus niños, que miran sus manos pintados de verde y sonríen cuando mandan la señal de paz y amor. Portan  mantas donde se lee sobre el respeto al voto democrático, s obre la libertad de Irán, que pare toda violencia ejercida contra los estudiantes iraníes, que caiga la dictadura de Ahmadineyab.

 

La tarde cae, llevan varias horas manifestándose frente a su embajada que ahora parece como fantasma. Ninguna cara se asoma, ni para dialogar ni para insultar. Eso no hace flaquear a los jóvenes, dos se instalan a la entrada del enrejado y con un bote de pintura verde, tatúan de verde las caras de los asistentes. Adentro, todos de verde asemejan un ejercito vegetal.

 


Sobre la banqueta han armado un pequeño altar a Neda. Varias velas derretidas por el fuego yacen frente   su fotografía. Entre la gente se reparten las ultimas velas. Se encienden acompañadas del silencio por todos aquellos que han sido ultimados por el régimen islámico  en Irán. Un poderoso silencio, esos que explican mas que palabras o discursos. Mientras a miles de kilómetros en su patria se lucha en las calles, desde lejos la comunidad iraní apoya por el cambio , no bajan la cabeza, saben que en sus manos, en sus voces esta el arma del cambio. Y los jóvenes dicen, si nosotros somos el futuro, entonces nosotros decidimos como lo queremos.

Caminatas en un parque londinense





Caminatas en un parque londinense

 

Por. Renné Sánchez

 

 

En un mundo donde todo cuesta, si no tienes, la vida se puede convertir en un suplicio. Como es posible desahogar las penas del día, si la única forma para lograrlo se vende, barato o caro, la cuestión es costar. Ya no es posible salir, no puedo gastar mas, no me alcanza para ir al cine, olvido la cerveza del pub para desahogar mis penurias, ni un antro donde me destruya en el baile, ni siquiera pienso en ir con algún chino u árabe a desafiar mis martirios con comida.

 

Talvez busco donde no debo, no alcanzo a ver lo que afuera esta para mí sin costo alguno. Inmersos en la ciudad existen islas naturales hechas para estos momentos. Los parques de Londres son la escapatoria natural de la ciudad. Los enormes pinos mantienen sus largas raíces aferrados a la tierra como si temieran que la ciudad tarde que temprano los fuera a devorar. Pero se equivocan, no deben temer, pues si existe algo mas respetado en Londres son los parques que sobrevivieron al asfalto. Saben que no pueden darse el lujo de tumbarlos, sin ellos se acaba el aire que con lujo respiran. Y no son cualquier parque. Un parque como un parque no son. Son bosques rezagados de tiempos pasados. Se huelen los pasos de enormes animales y duendes traviesos. Con solo entrar puedes por un momento dejar todo tu pasado y disfrutar del momento mientras ves cuando caminas.

 


Los niños de la primaria caminan en fila unidos por las manos. Su maestro, un amante del fútbol y su equipo el West Ham, les tiene preparado una cascarita memorable. Lleva casacas y  baras de plastico para las porterías. Ansia tomar el chiflo en su boca, pitarlo, dejar que corran de un lado al otro buscando al gol en su infinita esencia. Gritan con emoción, no saben bien como se juega, solo persiguen el balón como si adentro estuviera escondido el premio de la catafixia. Ríen con cada patada. Una lagrima se derrama desde el corazón de su maestro cuando reconoce que en ese momento es posible que se enamoren del deporte mas hermoso del planeta

 

¿Quien no busca olvidar la ciudad? Tanta desesperación y ansiedad. Las venas se retacan de estrés por el atasque dentro del automóvil, o parado en el camión, incluso viajar en metro puede ser un martirio.

 

Si matar no es lo tuyo, mejor tomas tu bicicleta y das una vuelta por los caminos del parque para que el viento te acaricie la piel y se lleve de paso todo odio y rencor. Una mujer trota con la cara roja como tomate, escucha música de The Cooks para mantenerle el ritmo, justo Ipod amarrado en el brazo izquierdo, tenis deportivos, sudor en la frente, y la concentración en la nada, que es justamente lo que necesita en el día. 

 


Para parques en Londres, uno debe reconocer la majestuosidad y belleza que irradia su Hyde Park. Varias hectáreas que se unen por un lago artificial con otro enorme parque de igual hermosura conocido como Kensignton Park. Enormes árboles de maple que disfrutan el verano para ponerse tan verdes como les da para ser. Merodean entre los jardines varias ardillas acostumbradas al humano, se nos acercan y exclaman con ojos de ternura para que convides algún pedazo de pan o chocolate. Pero no te fíes de ellas, son montoneras y oportunistas. Nos conocen tan bien a la raza humana, que saben siempre nos creemos salvadores.  Por eso allí se les ve corriendo con su cola afelpada por el césped acercándose a un hombre de traje que come un panini de espinacas. Les deja migajas por que es un entendido, la ardilla hará sentir bien al hombre que le da alimento, la ardilla se aleja victoriosa con comida gratuita.

 

En la esquina de Hyde Park, justo por donde esta la estación del metro, caminas recto entre los arcos de la entrada y por fuerza veras a un niño de cemento dominando con facilidad a un enorme pez. Las palomas merodean para el desayuno, mientras un viejo con sombrero de pescador tira migajas de un croissant para que los acompañen en su mañana. Algún amante de la jardinería habrá decidido acertadamente dedicar esta esquina como palacio de flores. Por que son miles de miles. Se esmeran en lucirse bellas, abren sus pétalos al sol, con el revuelo de abejorros que chupan el polen de un arcoiris multicolor. La dulce esencia de las flor se esfuma con cualquier leve brisa y aromatizando al ambiente circundante, cuando te llega perfume a la nariz solo te queda pararte un ratito, probarlo, saborearlo, quedarte quieto como en medio del universo. Una pareja se toma de las manos como si fuera la primera vez que unen sus dedos, no dejan de verse, quieren leerse los ojos, conocerse el alma. En la otra banca de madera esta una pareja de ancianos, no se ven, no se toman las manos, pero justos y juntos, momentos donde el amor se vuelve ordinario, y el disfrute es la compañía.

 

La princesa Diana, cuando vivía, despertaba cada mañana en su casa en medio del parque. Querían simularle su castillo en el bosque. La reina no quería darle un cuarto en el palacio, ni un depa lujoso, y en la tercera terminaron por hospedarla justo enfrente de un lago artificial en el parque. En su balcón habrá visto muchos dias el ritual de mañana cuando los cisnes se levantan a comer y los patos cuackean para platicar de su día.

 


Steve pone una línea de conos fosforescentes en el pasillo pavimentado del parque. Escucha algo de rock,  empieza su practica  diaria sobre las llantas atadas a sus pies. Patina entre los conos cruzando las piernas con extrema agilidad, serpentea con facilidad hasta el final, levanta el pie derecho para balancearse sobre su pie izquierdo. Solo en la practica se hace maestro.


Un joven londinense invita a su recién conocida alemana, a que navegue en medio del lago para poderle decir algo. La barcaza avanza sobre el reflejo de las nubes, ella se imagina en un cuento de fantasía, el batalla un poco con los remos, batalla mas para que ella no note que el batalla con los remos. Su cara se pone rosada. Es el sol le dice. Como tu, increíble, you are the sunshine of my day. Un solitario fotógrafo japonés mira desde su banca en la orilla el acto, no se siente solo, reconoce cuando un hermosa obra esta a punto de comenzar, y con solo ser testigo de sus miradas, el los retrata para la eternidad.


Por los caminos del parque se ven caballos montados, no corren solo cabalgan. No entiendo de donde salen esas bestias cuadrúpedos, tal vez solo sean para los descendientes de la realeza, aunque también puede ser uno mas de los atractivos turísticos del parque. Se cruzan por los caminos sin ni siquiera dedicarse miradas. Algún cansado los mira de reojo, busca las bancas de madera, saca sus gafas oscuras y un libro de Orwell leído por meses hasta la mitad pues no lo termina de entender.

Yo dedico mi idas al parque para llevar una manta, generalmente la sábana de mi cama. Preparo los sándwiches de jamón y queso, un vaso para el jugo naranja. Con el día dormirás a tomar el sol. Los ruidos desaparecerán como asesinados. Las hojas que caen de los árboles, el ruido del aire cuando roza con tu piel. Te acuestas en el césped. Fuera tenis, dejas que las hojas te acaricien los dedos, que las nubes se muevan por ti, que el perro corra con su dueño, y ya dormido, podrás despertarte como uno nuevo, tranquilo, saliendo por donde entraste a la ciudad.

Como Te Miran, Te Tratan

Como te mireN te tratan

 Aunque nunca dejes de ser quien realmente eres

 

Por Renné Sánchez

 

Camino lento, con el tiempo de sobra para que no llegue la prisa abrumarme. Incluso, pensaba llegar temprano y donar mi trabajo a los patrones. Nicolás el desarreglado argentino y Kristen alta y formal neozelandesa. Pero no era para tanto. Preferí caminar. Sin prisa. La señora pasa cojeando junto a mi, un apretado arete se postra en el orificio de su nariz, me parece una gitana, no sonríe, solo me mira, cojea de su pierna derecha, alguna herida del pasado, cicatrices que nunca desaparecen. Tiendo a mirar las caras de las personas, pero para no ser grosero nunca miro a los ojos de las personas, talvez sea por miedo. A que. Ni se. Dicen que no puedes juzgar un libro por su portada. Eso lo aplican a los humanos y sus relaciones.

Lo pienso un poco. Definitivamente, siendo literal, no puedes juzgar un LIBRO por su portada. Como a todos los que aun leemos, he tenido la desgracia de vislumbrarme con hermosas y coloridas portadas, con la mala dicha de contener en sus adentros historias que desaparecen con cada hoja, que incluso causan una ligera nausea en mi interior. Cuando de igual manera me he topado con varias joyitas literarias con no tienen portada, ya saben, solo tienen portada por que sin ellas las hojas no se reunirían, son esas de un solo tono abrazando al titulo, nada a la imaginación mas que el universo creado por el baile de las letras.

 

Pero en el humano, me atrevo a juzgar que es posible deducir a través de la portada. Las facciones de nuestra cara, la postura de nuestra espalda, la forma en que movemos las manos, si miramos arriba, abajo, a la derecha o no miramos. Incluso como vestimos, colorido, arreglado, desproporcionado e incoloro, representa algo.

 

Una joven de lentes se me acerca en la parada de West Kensignton. Su piel es blanca y su cabello oscuro, envuelto en trenzas que cuelgan de su cabeza. Viste holgada, con unos pantalones cortos y sandalias en los pies. La había visto unos minutos antes pidiendo fuego en la tienda del afgano. Llega fumando. Me pide dinero para el camión. No tengo le respondo.  En verdad no tenia, odio dar explicaciones. Pero es obvio que me pediría, mírame, si me viera en un espejo yo mismo me pediría dinero, ¿tienes? obvio que no, pero engañas con tu imagen. Tienes hermosos labios, me dice. Pudiera haberla besado en ese momento, pues ya había notado que había dejado de hablarme a mi y ahora se dirigía enteramente a mis labios. Sonrío. Se contagia. Mitad irlandesa, mitad húngara. Excelente combinación le adhiero. Charlamos un poco mas, olía su hedor a cerveza con tabaco. Es derecha, de ese lado fuma. Fumo con ella.

 

Me mira el saco, me dice que es hermoso. Estaba justamente en ese lugar, esperando el camión para irme al trabajo, por eso visto bien.

 

Pero hoy no visto como soy.

Si lo supieras.

Hoy soy como tu pero disfrazado.

 

Zapatos negros, pantalón negro, cinto negro, camisa negra, soy la sombra andante aunque de no muy buena calidad. Pero desde el mundo de mi espejo, acepto que doy buen lejos. Excreto formalidad. Me peine a mi lado derecho, me miro en  el espejo tan diferente ayer, casi no me reconozco, desconozco quien eres, quien soy, tienes aires de ese yo de ayer. Me llamo igual, eso lo se por que así me nombraron en la mañana. Víctor. Claire. Te envidio por tu hedor, ya quisiera yo tenerlo, no me repugna en lo mínimo, la miro a los ojos, ella también, y luego el camión ruta 391 me mira, y yo lo miro, y la miro, es mi camión le digo, entonces se me acerca, le beso la mejilla derecha, le beso su mejilla izquierda. No ha olvidado sus primeras palabras, me espera, tierna cierra los ojos, tomos sus labios con los míos. Me despido.