Ensayos en la Soledad

Mi amor la Soledad

 

Por Renné Sánchez

 

 

Me encanta la escena de la película, Mira quien habla, donde el niño en su estado fetal platica de sus acontecer dentro del útero de su madre. Solo, se muestra alegre de la sensación de sentir y existir. El humano por naturaleza tiende a la compañía, de hecho nacemos acompañados, unidos desde el  útero a nuestra madre que nos cuida y alimenta. Pero por alguna razón, no es mediante la compañía constante  que alcanzamos a obtener la mayoría de nuestro conocimiento. Solemos separarnos de la manada para aprender a través de nuestros sentidos, nos encanta ser científicos, aprender experimentando. Por ello el niño se separa de la madre, y solito el chamaco esta tentado a sentir todas las superficies, oler todos los perfumes del ambiente, ver e identificar los colores del arcoiris y degustar todo lo pase por  su mano.

 

Nuestra vida gira a través de ciclos de soledad y compañía. Para unos, la soledad es necesaria para obtener mas conocimiento, y la compañía es el paso a la felicidad. No son reglas estrictas, pero por lo general asi las asociamos. Para mi una tiende a la otra, naturalmente coexisten. Pero lo que no entiendo es el momento en que se empezó a menospreciar la soledad. Estamos en una constante y obsesiva búsqueda por la felicidad, y a la soledad en contraparte se le teme, se le evade, es lo ultimo que queremos que aparezca en nuestra vida.

 

La soledad se asocia con tristeza y depresión. Incluso llega asociarse con la locura, la soledad nos hace recordar a vagabundos y ermitaños, cuyos estilos de vida no son de la completa compresión para el humano común.

 

Pero la soledad es un estado básico en la vida del humano. Es a través del tiempo de entenderse a si mismo que uno es capaz de entender al otro. La soledad permite el cuestionamiento y la duda, y el racionamiento se alimenta de ello.

 

La receta para utilizar a la soledad como método creativo se puede aprovechar mejor cuando viajamos. Dicen que los viajes iluminan. Los viajes son una introspección hacia el yo.  Esto se debe a que te sales de la vida cotidiana, de todo lo que das por hecho, encajuelas a tu memoria y compras una nueva, lista para llenarla  de material nuevo, lleno de nuevas sensaciones y emociones.

 

Cuando estamos acompañados, es común que perdamos el asombro por los detalles, de alguna manera la compañía nos adormece, nos evita buscar por que sentimos que ya encontramos.

 

Pero cuando no tenemos a nadie, a fuerzas que accionamos todos nuestros sentidos. Nos volvemos mas atentos de nuestro entorno, y por ello es posible que nos podamos adaptar con facilidad. El hecho de no tener, nos incita a buscar.

 

El viajero decide estar solo y gracias a esa soledad es capaz de interactuar con otras personas. En nuestras ciudades, que tanto conocemos, no queremos platicar con nadie por que tenemos algo seguro, y entonces paradójicamente, mientras mas acompañado te sientes, mas solo te vuelves. Del otro lado, en lugares nuevos, hasta al que te pide la hora le sacas platica. Por que entre mas buscas la soledad mas te acercas a las personas. Mas encuentras la necesidad de explicarte y escuchar.

 

Los tiempos están abriéndose para una nueva etapa para el humano. La oportunidad esta servida en la mesa. Los medios para comunicarnos y movernos están al alcance del bolsillo de unas vasta mayoría. Migrar y conocer otros lugares, adaptarte y readaptarse, conocer y reconocer son circunstancias que este siglo le ha otorgado a las nuevas generaciones.

 

Ya no queremos casarnos a temprana edad. No queremos que nos encasqueten en formatos ni estilos. No buscamos la rigidez ni la monotonía, madre de  la apatía.

Si alcanzamos a ver a la soledad como un paso a lo colectivo, entonces estamos dando un paso a un infinito de conocimiento esperando que lo arranquemos del árbol.

 

Nuestras limitaciones están en la mente, solo, eres quien las puede revolucionar.

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