Afuera las voces húmedas se diluyen en gotas sobra la frente, con un poco de sal ardiente, sólo la que al gusto se agrega al caldo para que agarre sabor, ese caldo de gallina de corral que sirve para sudarlo todo, sudar esa mallila que se junta detras de cada poro y grita endemoniado por tu demencia y tu tristeza... y sin embargo existe la pimienta, agroz y pendenciera, que nomas le das pista y a puños estruja el alma de sus penurias, y afuera quedan las bacterias que de la nada conocen las flores naranjas, las violetas y las color del mar imitación cielo, y entonces las abejas llegarán a tomar su polen, y con su patitas harán de ellas la miel de la felicidad, ese néctar dulce que se reparte en las mesas de los desayunos, desayunos antes de que a alguien lo manden matar la gallina para el caldo.... y uno que termina siendo uno mismo, llorando mientras toma del pescuezo a la pobre gallinita que cacarea, para que desnuda se vuelva la carne de alratito, de un caldazo que la espera para la hora de la comida.
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