BANKSY









Banksy. Pintando paredes que hablan

 

 

Hay algo en las paredes de Londres que me llama la atención, es un poco de esa similitud que tienen las unas con las otras. Cuadras enteras de siameses, tan parecidas entre si en el color, en su textura, me llama la atención la uniformidad de su mirada, vacía. Es este orden aparente, donde todo esta delineado, arreglado, formalizado. Orden aparente por que es incapaz de controlar a sus pequeños que viven en ella. Entre mas orden se impone, mas se da la posibilidad de encontrar su razón de existir, un ente de desorden.

 

Algún miembro ha decido ultrajar las paredes de la ciudad. Vandalismo clama la turba enardecida. Ordenadamente me  adentro a los recovecos que marcan esta ciudad. Otros dicen que ahora las paredes hablan, les ha devuelta la vida. Para ello debía encontrar alguna pared invadida por los jeroglíficos de ese que apodan Banksy. Quien es ese tal que pinta las paredes y se burla de quien las ve. No es un típico graffiti que delinean los barrios de jóvenes. Este Banksy es mas que eso. Usador experto del esténcil, estilo grafico que utiliza la sombra de los objetos, las sombras de las formas que son las formas en si, solo que mas cruda y honesta. Su arte es una burla al sistema, el caos causado por el orden.

 


En la grafica del esténcil las texturas son el espacio que se ve invadido por el aerosol del artista. Para entender a Banksy, se tiene que ver mientras uno camina por la banqueta en un día normal y rutinario al trabajo, en la siguiente esquina virar a la derecha, inesperadamente la monotonía se ve partida en dos por una mucama que levanta la pared como si fuera un tapete, mirándote sorprendida en el acto mismo de esconder escombres bajo el. Una rata pintada en la pared a punto de cortar los cables de la luz.  Jules y Vincent Vega sobre un espectacular publicitario amenazando con un plátano por arma, o una ventana soleada justo en el muro que separa a Israel de Palestina.

 

Es este tipo de sátira que el artista se manifiesta de la ciudad en ella, que la utiliza como lienzo. No le problematiza si son contenedores de basura o paredes de ladrillo en un callejonzuelo de Bristol, tanto puede ser la torre de Trafalgar como alguno de los vagones de metro subterráneo londinense. Un artista callejero, nocturno subversivo e ilegal.

 

Se dice de el como Banksy, supuestamente viniendo de su nombre registrado Robert Banks, pero no termino por tragármela, pues existe la posibilidad de ser solo una burla lingüística, pues el nombre puede asociarse con Robbing Banks, Robando Bancos. Ha mantenido con celos su anonimato, ya sea por alejarse de la fama que año con año lo invade desde galerías y centros de comerciales y la búsqueda de la policía para detener lo que consideran un mero acto de vandalismo. Atrevido interviniendo espacios públicos con esos chimpancés portando un letrero que dice, ríe ahora pero mañana nosotros seremos los que gobiernen, la famosa niña que ve alejarse con el viento su corazón lleno de helio, o el ya icono urbano de un protestante en pleno acto de lo pudo ser la catapulta de una bomba molotov, pero que el artista sustituyo por un ramo de flores.

 

Mas mi búsqueda por uno de sus esténcil en la calle ha sido difícil. Ninguna de la paredes parece en disposición de cederse al aerosol. La ciudad mas vigilada del mundo, no parece dispuesta a que un ciudadano se burle de ella descaradamente. Solo alcanzo a ver registros robados, varios locales de Portobello venden fotografías de lo que fueron paredes autografiadas con la burla de Banksy, además de camisetas y postales ahora ya representativos del glamour turístico de la ciudad.

 

He preguntado a varios si han tenido la dicha de ver algo de Banksy directo en la calle. Algunos me mandan a Chelsea, otros a Liverpool Street. Pero nada, demasiado tarde, las paredes invadidas han sido ocultadas por la cirugía de la pintura.


Otros me comentan que ese Banksy ya no es lo que fue en sus inicios. La fama lo ha devorado. Dicen que paredes son desprendidas con el fin de llevarlas a subastas en Nueva York. Que sus ácidos gráficos ahora se contienen dentro de la cárcel de cuatro paredes que encierran al arte, museos y galerías .

 

Navegando por la web me encuentro con la noticia de la recién inaugurada exposición de Banksy en Bristol. Resulta que ha invadido con consentimiento oficial al museo de la ciudad de Bristol. Y Bristol resulta ser su ciudad natal, por lo que me propuse un viaje al epicentro, encontrarlo desde su raíz. Lamentablemente ya me hice a la idea de que nuestro encuentro no será ese circunstancial que rompa mi rutina urbana, pero no puedo perder la oportunidad de leer su arte. La ciudad de Bristol luce diferente desde la entrada de la autopista, no es ese pedazo de cemento que llaman capital del mundo, es una ciudad que respira, bajo los puentes noto las cicatrices de sus habitantes. Esta viva, eso se nota.



Caminando desde la estación de autobús hasta el museo, me llevo la grata sorpresa de encontrar una ventana abierta en aerosol, un hombre de traje busca al amante que cuelga de una mano tan desnuda como toda la extremidad que pende de ella, mientras la mujer en ropa interior intenta disuadirlo. Que sutileza, puesta a los ojos de todo transeúnte, al entendimiento de toda cultura, el mensaje es simple, no se necesita mas explicación que la risa. Banksy estuvo aquí. Desde la calle empinada se ven los pilares que dan entrada al museo, lo he de reconocer pues sobre una de sus cornisas se ve un hombre vestido de amarillo y rojo. Es el Mcpayaso de las hamburguesas, pero se ve triste, con las piernas sueltas, su mirada baja a la calle, una botella de alcohol  lo ha dejado abandonado a la tortura de sus pensamientos.

 


Una fila larga de espera, de casi una hora y media. El grafitero causa conmoción entre los asistentes, punks y jóvenes que ríen de su arte esperan ansiosos bajo paraguas para entrar a la galería. Mientras la madre lleva a su hijo, y dos señores de traje esperan encontrar la razón de tanto animo.

 


La exposición se titula,  Banksy vs the Bristol Museum. Es una clara lucha. Ni siquiera parece respetar las reglas del museo, le gustaría que no fuera así, pero no tiene de otra, necesita de ese espacio para despotricarse de tantas ideas que lo invaden. Justo entrado nos da la bienvenida un lienzo sombreado, una casa del bosque con la silueta de Michael Jackson, de su mano ofrece un caramelo a un par de niños. La pequeña galera del museo se vuelve hogar de varios de su maniquís animados. Una jaula con un conejito que se mira al espejo y pinta sus labios. Una pecera con un fish nugget nadando. Un gallo que mira la descendencia de su especie salir del huevo, unos nuggets con patas. Al fondo, un piolín espera sentado en su jaula, pero no es el mismo canario amarillo que vimos de jóvenes, lo ha vuelto viejo, arrugado, la textura de su piel ha perdido su color, sus plumas ahora son canas pálidas, sus ojos apenas y se abren, ese gato nunca llego.

 


Su arte no es mas sino una mirada burlona de la realidad. Es mostrar lo cotidiano con humor, mezclar la violencia con el amor, la rebeldía con la familia, la humanidad con lo salvaje. No teme en romper corazones ni causar controversia. Tres de sus pinturas parecen ser bastante claras. Sobre el fondo verde corren policías vestidos con sus apretadas protectores antimotín, pero estos guardianes que imponen el orden a través de la fuerza, se ven felices correr por el pasto tomados de la mano y en la otra un ramo de flores.  El parlamento ingles, de donde las decisiones políticas que rigen el país, es presidido por una cámara de chimpancés. Un anarquista se prepara para ir a la manifestación, no sin antes una peinadita y la arreglada del paliacate de las manos de su madre.

 

 

La oportunidad de verlo a cumplido las expectativas. Su arte es una respuesta a las incongruencias que se nos venden día a día. El lo único que hace es hacerlas notar, ya sea en una galería o en la pared que se cruce su camino. Algunos viejos conservadores podrán decir que es un mero acto de vandalismo. Puede ser, no lo considero dueño de las calles, pero aun así, hace bastante tiempo que un acto vandálico no me parecía tan honesto y claro. Su arte en la calle, como bien dice busca que la ciudad hable libre, no venda ni controle.

 

 

Vuelos de Carton

VUELOS DE CARTON

 

 

 

Los comentarios en el domingo familiar no se hicieron esperar. Pero era predecible, su padre había aceptado el trabajo en el mercado La Grande, dejaría atrás su taller de herrería para supervisar latas de frijoles formadas en firmes. Manuelito sintió una extrañeza con el candado bien encadenado sobre la reja del taller en Periférico. El olor a soldadura que se impregnada en sus ropas, chispas de calor como lagrimas del sol, todo ese mundo que había adornado su infancia ahora se volvía un recuerdo de baúl.

 

Manuelito acompaño a su padre al trabajo como cada sábado. En la puerta trasera del mercado era donde su padre supervisaba la llegada de camiones cargados con un centenar de cajas de cartón. Contienen los productos que llevan en diablos al refrigerador, desempaquetan y luego a los estantes, a las manos de clientes que los pagan en  la caja registradora y luego en bolsas de plástico van desapareciendo de la lista de inventario.

 

El niño fue  inventado juegos para pasar sus sábados en el mercado, camino por todo tipo de rincones de este nuevo mundo por explorar. Conquisto con éxito las cuevas mortuorias donde descansan boca arriba horribles monstruos con la piel de fuera, paso alado de  torres platinas con fríjol y elotes desgranados donde se esconden duendes mágicos. Mas ninguno tuvo tanto impacto como lo fue el escombro de cajas de cartón que yacían muertas afuera de la puerta trasera.

 

Un día llego un pepenador, Maclovio, y pidió a su padre permiso para llevarse las cajas de cartón que acumulaban sin uso. Al dueño le resulto apropiado deshacerse del basurero y accedió al servicio gratuito del hombre. La cara de Maclovio se fijo con una inmensa sonrisa sobre los blancos cartones para el huevo y los naranjas donde traían los brócolis del valle.  Hablo unas palabras a los cartones. Su padre amarro a Manuelito entre sus brazos y le dijo al oído que no se acercara a ese viejo que había perdido los tornillos por los vicios de la calle. Manuelito se quedo a unos metros de ese hombre que cargaba el peso del cartón sobre un pequeño carrito de mandado custodiado por una jauría de perros. Sin duda ese día le cambio la vida.

 

A los años, saliendo de la preparatorio, Manuelito continuaba con la idea de esas cajas que semana a semana se reunían inertes, sin los ojos de alguien que los tomara en serio. Investigo un poco sobre el trabajo de Maclovio y encontró la razón de su tarea, que cerca de la carretera que lleva a San Felipe estaba un negocio que compraba a mil pesos la tonelada de cartón. Le pareció increíble la posibilidad. Le comento a su padre la idea de reciclar los cartones que se reunían en el trabajo, obtener algo de dinerito para pagar los altos costos que conllevaban su noviazgo con Patricia.

 

Así desde ese día, el dueño accedió a ceder los cartones solo a Manuelito, que con una pick up cargaba y llevaba una vez por semana a la recicladora. Al poco tiempo su suerte creció, la bendición del dueño del mercado venia con añadidura a otros varios amigos suyos que de igual manera desechaban enormes cantidades de cartón. Dulcerías y cantinas, la frutería y dos farmacias del centro. Y es que lo que no muchos saben, mas que Maclovio que para esos tiempos había desaparecido de la ciudad, es que todo lo que uno compra en el mercado se transporta adentro de una envoltura de cartón. Y un mercado nunca para, por que la gente nunca deja de tener hambre. Así empezó el lucrativo negocio de reciclaje de Manuelito. Iba y venia desde los locales hasta la recicladora, donde veía sus cartones sumergirse en las aguas del pozo que les devolvía la vida, listas para las labores que mantenían  a la ciudad con vida.

 

 

Los dias se volvieron años, la empresa se mantenía, el ya nada joven Manuelito, lleno de arrugas y cicatrices en los brazos por las cortaditas del cartón cuando roza con su piel,  continuaba con la misma troca removiendo los malentendidos cartones que diariamente se vuelven residuos en los locales. Y no le iba mal, pero de allí no se movió para nada.

 

Alcabo de mas años, empezó a sentir como le pesaba su cuerpo. Había perdido fuerza, fue invadido por dolores en la espalda a causa de la rutina de cargar cartón. Había probado pomadas y menjurjes naturistas, masajes y medicinas, pero la ciática no tenia mas remedio que cobijarse en el dolor. Por lo mismo le era imposible dormir. Había adquirido la habilidad de sobrevivir las noches sin sueño.

 

Me estoy volviendo viejo, pensó. Miraba los cartones mientras tomaba una caguama afuera de su casa. Allí los miraba en la espera, al ojo común destruidos por cargar el peso de galones de leche y pollos congelados,  pero el sabia que vivían despreocupados, pues bien sabían que tenían al súbdito de Manuelito que los llevaría de nuevo a su fuente de la eterna juventud. Ellos serian jóvenes de nuevo, día tras día, año tras año, el mismo cartón existiría hasta el fin del los tiempos.

 

Justo terminando de pensar  acerco la botella para matar el ultimo sorbo de cerveza, que habiendo quedado al fondo de su botella perdió irremediablemente su frescura. Cuando la ingirió sintió con asco la cerveza al tiempo. Miro la botella vacía con una cara de desprecio mientras el sabor invadía su cuerpo, la sintió, mortal, miro el cuello de la botella amarrado a sus dedos, inerte, sin movimiento ni vida. Un repentino estruendo de ira le removió las viseras. Alzó el brazo y alejó la botella de su mano, girando sobre el aire hasta estrellarse sobre el pavimento y formar un millón de estrellas en el manto. Se levanto de la silla y entro a la casa. Patricia había terminado de preparar unos sopes de requesón con nopal, dejados en el comal para cuando Manuelito quisiera comerlos. Los vio, fríos, tomo un pedazo y probo, estaba desabrido. Enseguida lo abandonó y fijo su mirada en Patricia que veía la telenovela de la tarde. Se acerco a ella y tomo su cara con un beso violento. Ella lo acepto con una mirada de sorpresa. La manos de Manuel empezaron a sumergirse entre las ropas de Patricia, sintió su piel, ya no era la lisa Patricia que conoció en la preparatoria, sus senos no eran los firmes y redondos frutos que había probado, y justo allí, cuando estuvo a punto de penetrarla, se dio cuenta que su cuerpo no reaccionaba a su impulso, que había perdido el control sobre si, no era dueño de su cuerpo que ahora caía por gravedad en la telaraña del tiempo. No durmió durante la noche. Ella roncaba un poco, un ligero silbido por la apertura de sus labios. Miraba el techo como buscando una  respuesta que no descifraba.

 

Lo que paso después no se habla en la familia en los domingos. Uno supone que contrató un chofer para que llevara las 15 toneladas de cartón que había acumulado en la semana de trabajo. Fueron llevadas como siempre a las puertas de la Recicladora de la carretera, pesado y pagado al chofer su dinero al instante. Los cartones se acumularon con los traídos esa misma madrugada por los choferes y pepenadores de la ciudad, e  ingresados en el pozo de la maquina recicladora. Adentro de un cartón que alguna vez tuvo la fuerza de cargar una lavadora estaba Manuelito, sereno, con las manos sosteniéndose en las paredes de cartón. Escuchaba el rozar del cartones, el agua que empezó a rellenar los huecos entre ellas, las aspas que convirtieron al cartón en apenas pétalos de flor, acumulados como pasta en un tanque de acero inoxidable y puestos a cocer en el Monstruo, un horno de capacidad industrial. Se escurre la pasta sobre planchas de metal para que en unas horas el cartón luzca renacido. Para la noche, los comerciantes de brócoli, las lecheras y una maquiladora de televisores pasaron por sus pedidos de doble pliego y corrugado.  Y como cada mañana hicieron su entrega de 20 cajas de calabacitas y frijoles ha la puerta trasera de un viejo mercadito del centro.

Los Tacvbos invaden Londres








Happy 20th Birthday Café Tacvba

  

Por Renné Sánchez

 

Todavía recuerda su madre, Doña Satélite en su casa de Naucalpan, Edo de México, el nacimiento de sus hijos Tacvbos. Cuatro mentes creativas reunidas por las telarañas de la música, los hijos del pachuquismo, del rock que se escondía en las cocheras de casas y cuartos abandonados. Por la escuela tuvieron que encontrarse, como imanes que se atraen naturalmente. Rubén, Meme, Joselo y Quique pudieron ser otra cosa, ingenieros o diseñadores, pudieron decidir evadirse del sueño lírico, pero no, eran obstinados y rebeldes chilangos, animados por comenzar los primeros pasos del bebe que bautizaron como Café Tacvba. Era ese 1989, apunto de que cayera el Muro de Berlín, de la sobriedad que causaron las devaluaciones en el país. Era un mundo con ningún pelo cercano de ser un orden aparente, sino todo lo contrario, si el equilibrio es dios y el equilibrio murió, entonces?

 

20 años han pasado desde ese primer disco de Café Tacvba. La evolución de su música a sido constante, mezclando cuanto genero se ponga frente a ellos, dosis de rock con música folklórica, de ska con reggea y algo de sintetizador electrónico con banda norteña. No han tenido el miedo ha experimentar, dueños de la navegación de su locomotora, manejando entre discos autóctonos como Re (1994), la experimentación de Revés/Yo Soy (1999), y el indie melancólico de su último disco Sino (2007)

 

Ya no son chamacos como cuando empezaron. Ya les paso la pubertad por encima, les crecieron vellos por la cara y experimentaron con júbilo la rebeldía. Tampoco son maduros como un viejo, son 20 añeros, lapso fundamental en la vida, tiempos de decisiones unida a esos ratos de melancolía por el pasado que se vuelto un mero recuerdo.

 


20/20 es la gira mundial que han otorgado los tacvbos ha los fans del mundo. El Tour “20 años, 20 ciudades” marca una pauta en su carrera. Por eso han marcado con plumón indeleble una línea de su metro que viaja por el globo.

 

Londres ha sido elegida como la penúltima de la ciudades que rellenaran con su ritmo. Apenas será su tercera vez en la historia en tocar en algún escenario ingles. Han preparado el escenario del HMV Forum de Kentish Town para que la mexicanada que anda perdida en la isla tome el jueves 23 de día de asueto. Algunos otros curiosos asertivamente deciden ceder sus oídos al gusto del grupo mexicano.

 

A varias cuadras que rodean el foro se huele ese característico olor a trópico. El idioma español empieza a superar las silabas anglosajonas. Una larga fila se retuerce afuera del recinto en la espera de los boletos que se venden como pan caliente. En minutos pude escuchar de varios mexicanos que trabajaban ilegalmente en varios restaurantes, algunos colombianos estudiando inglés, una italiana que se moría de ganas por entrar a reventarse con su música. La espera se acompaño de un inesperado chubasco, el viento que levanto los paraguas de prevenidos ingleses, tan acostumbrados a los caprichos de su clima. En un abrir y cerrar de ojos se habían esfumado las oscuras nubes dejando tras de si un colorido regalito, un arcoiris. Enseguida entramos.

 

HMV Forum es un pequeño recinto, de esos que su espacio tiene la cicatriz de cuando alguna vez fue cine. En la planta baja la gente espera ansioso sobre sus pies y un segundo piso donde se sientan en butacas. El escenario yace al frente, con apenas unos pocos metros separando la primera reja que contiene la llegada de los jóvenes.

Justo apagan las luces cuando los tacvbos empiezan a delinear al silencio con ondas de sonido. La voz ronca de su bajo, el marcapasos del teclado, el recorrer de la guitarra. Falta esa voz chillona por aparecer, que complete los ahora iconos de la mexicanidad, en el escenario nos encontramos cara a cara con el Café Tacvba.

 


Rápidamente hicieron conocimiento del motivo del evento, su cumpleaños numero 20, pidieron gracias al publico que los ha acompañado, a los nuevos adherentes, al respeto que han tenido por los grandes cambios, a la libertad, a la fraternidad. No tarda en tomar algunas banderas del publico para ponerlas en el escenario, una de Ecuador la otra de México. Frente a ellos, al otro lado del mundo, se dan cuenta que tienen un publico reactivo, animado, con todas las ganas de bailar.

 

Mandaron sus mejores platillos. Recuerdos Prestados para que imagináramos lo que no habíamos vivido. El Aparato que cuesta el sonido de la luz. La Chilanga Banda de pachuchos de chiflan con cholos de mala facha. Que siempre que tuviera la oportunidad de Volder a Comenzar, haríamos las mismas cosas otras vez,  y cuando la cosa no podía ponerse mejor, se escucha una pedida de Las Flores, acompañada en vivo del maestro huasteco de violín a dueto con la voz de Rubén, haciéndonos recordar el olor a tierra y lo que es que los niños puedan jugar en el campo con ese olor que deja la lluvia de café.

 

En una de sus salidas a secar las gotas de sudor y limpiar con agua las cuerdas bucales ahora llena de callos, se escucha entre el publico ese chasquido de un encendedor que ha prendido unas velitas, el publico de  la nada se puso de acuerdo en ser rondalla para el  grupo regalando unas mañanitas de cumpleaños. Los tacvbos sorprendidos y con una inmensa sonrisa en la cara solo hacen una honesta reverencia de agradecimiento.

 

Con Baile y el Salón, los amores divinos se pusieron a bailar, con Eres un enmascarado de lucha libre besa a su parejita de ojos azules, con La Ingrata todos se pusieron a gritar como locos, empujando con gritos a quien dice que nos quiere pero ya no le creemos nada. O nomás a escuchar lo que nos querían decir al estar acostado en El Espacio viendo las estrellas y sin encontrar razón de quien era yo.

 

Para los que sabían las letras de sus canciones, esto fue un banquete de dioses. Para todos los europeos que venían de invitados por amigos latinos, el concierto resulto ser toda una sorpresa, pues aunque no entendieron por completo lo que significan las letras en mexicano, la energía que despedía su música los hacia brincar como locos, zangoloteándose cual lombrices.

 

 

 

Al final, argumentando que el publico había pagado por un boleto de concierto, no uno de hotel, se fueron despidiendo con un popurrí de su primer disco, cerrando con ese amor por una Chica Banda. Y con el foro lleno de aplausos y chiflos de alegría, se unieron los tacvbos a dar las gracias por tanto que los hemos aguantado escuchándolos. Y ahora a esperar lo que venga de ellos. Afuera esta Londres de nuevo, nos ponemos la chamarra por que seguro estará lloviendo o algo por el estilo, pero eso ahora ya no nos importa.

 

 

Tour “20 años, 20 ciudades”

21 de mayo – San Salvador, Salvador


23 de mayo – Caracas, Venezuela


27 de mayo – Bogotá, Colombia


29 de mayo – Quito, Ecuador


30 de mayo – Lima, Perú


3 de junio – La Paz, Bolivia


5 de junio - Santiago, Chile


6 de junio - Buenos Aires, Argentina


9 de junio – La Habana, Cuba


11 de junio – San Juan, Puerto Rico


13 de junio – DF, México


16 de junio – León, México


17 de junio – Guadalajara, México


19 de junio – Monterrey, México


21 de junio – Tijuana, México


24 de junio – Los Ángeles, Estados Unidos


26 de junio – Chicago, Estados Unidos


28 de junio – Nueva York, Estados Unidos


23 de julio – Londres, Inglaterra


25 de julio – Barcelona, España

 

Anécdotas del Rock Británico






Pequeñas Anecdotas del Rock Británico

 

Por Renné Sánchez

 

Es difícil para el técnico en sonido del estudio EMI en Abbey Road, en comprender las formas musicales que estos nuevos músicos buscan crear con los sonidos. No le es posible entender por que no capaz de escuchar el futuro, mientras ellos, están tocando música de mañana.

 

Detrás de cabina se mira a John concentrado al lado de Paul, mientras George y Ringo esperan ansiosos que empiece la primera tonada de la canción. Saben que les espera una de las mejores sesiones de creación que solo en la privacidad de un estudio se puede lograr. Las notas de las futuras canciones ansían ser descubiertas. Los dedos que saborean las cuerdas de la guitarra, el platillo que mira deseoso que lo reviente la mano dura de Ringo.

 

Ya el mundo reconocía quienes eran aquellos muchachitos ingleses de traje y cortes delineados. Esos Beatles habían llegado para cambiar las formas. Existe un antes y un después en el rock. Revolución. Si claro, todo es posible en 1969. Solo ellos sabrán que paso entre sus mentes y las terminales de sus instrumentos, pero al parecer quedaron tan satisfechos con el producto, que no dudaron en homenajear al lugar como el titulo de su álbum, Abbey Road. Para mostrarlo, los Fab Four salieron afuera de los estudios y pidieron al fotógrafo Iain Macmillan que tomara una fotografía de ellos cruzando exactamente la calle de Abbey. Las líneas de pintura blanca que rompen al pavimento dan pie a sus pasos, uno tras otro, hasta que los cuatro terminaran en el acto cruzando la calle, y Macmillan tomara la famosa fotografía. No sabían que desde ese momento, cruzar esa calle se volvería un acto de culto para todo beatleriano en el mundo.

 

Las húmedas calles londinenses no alcanzan a secarse por un frío que las merodea en la noche de viernes. Aun así, cerca de Tottenham Court Road, una larga fila de jóvenes estrafalarios se forman para entrar al almacén del UFO. Creado en las mentes de John Hopkins y Joe Boyd como espacio alternativo, primeros en dar escenario a uno de los grandes grupos que ha dado la escena musical británica, Pink Floyd. Un oscuro escenario recibe a 4 misteriosos personajes postrados en su universo musical,  los visuales que iluminan las paredes del local. La gente vibra ante la psicodélia que resulta de la progresión en su rock, justo atrás, se encuentra John Lennon vistiendo un pesado saco de piel y gafas oscuras. De fondo  la sinfonía del Interestellar Highway, la obra que estrenaban en el lugar. Aunque vibra con los tonos, los ojos de Lennon no se fijan en los músicos, si no en una joven oriental, Yoko, que arriba de una escalera metálica dibujaba con su cuerpo las delicias del momento. En su mano derecha unas tijeras, que movidas por el hambre de vivir, se dirigen a sus ropas cortándolas a la mitad desde su piernas. La acidez de su performance estaba llegando al clímax de existencia. Había desnudado su alma con Pink Floyd orquestado su momento en el presente.

 


En algún almacén de la ciudad gris, rechinaba un teclado alterado, jugando con los sonidos no convencionales, nunca escuchados. A su oído, le asemejaban un sonido futurista, cuasi espacial. El joven Wright armonizaba creativamente con los inventos de la modernidad, jugaba a viajes en el tiempo, sus compañeros de banda, rápido se subieron a la nave.

 


En un sueño, Roger mira un cerdo que sobrevuela los cimientos de la ciudad. Cuando despierta, entre él y David crean simultáneamente las canciones de Shine on you my Crazy Diamond, Sheeps y Dogs. Era su método, no sabían que podía salir de sus instrumentos conectados a su mente, solo se dejaban a la libre improvisación. Luego en el estudio, se dedicaban a unir cabos sueltos, contar una historia con la música.

 

Para los setenta, los jóvenes habían perdida la guerra de los sesentas, la paz con armas de flor  era una batalla imposible de ganar. El poder y la necesidad de trabajar habían ganado terreno entre los jóvenes. No podían quedarse a escuchar música y soñar con amor sobre el césped toda la vida. Las drogas y el libertinaje habían cobrado la vida de varios atrevidos. El sistema, paciente, había succionado de nuevo a sus disidentes. Eso era lo que debía decirse, como un paréntesis en la historia. Era el momento del disco de Animals de Pink Floyd. Para mostrarlo,  una imagen de la compañía eléctrica en Battersea, símbolo de toda la energía con la que sobrevive esta ciudad industrial. Sobre ella flota un enorme cerdo. Los improvistos. Una ráfaga violenta. Las manos que sostienen el globo se ven incapaces de soportarlo. El cerdo queda libre. Ni los helicópteros de la policía pudieron controlar al gran cerdo volador. Algunos habrán reído y metido apuestas sobre el destino del cerdo. Acabo por descender en alguna granja agrícola al este de la Gran Bretaña. Esto fue parte de la imagen que sirve de portada al disco Animals, de Pink Floyd.

 

John Lyndon odia Pink Floyd. Le parece una música lenta, sin chiste, no alcanza a reanimar su día como obrero. Podría volverse viejo antes de que ellos lo hicieran sentir algo dentro de su cuerpo. Odia que todos se emboben con  un grupo que solo es famoso por estar de moda. No quiere saber de ellos, no quiere escuchar una melodía de ellos silbada, los odia realmente, por eso porta una camisa que lo exterioriza a quien lo dude. I HATE PINK FLOYD.

 

No le importa mucho su aspecto. Un pésimo estado en la calidad de sus dientes. Es lo primero que notas si lo tienes frente a ti. A parte de un aura de agresividad, como una bestia salvaje, siempre a la defensiva por que el mundo eso le ha enseñado para sobrevivir. Eso de este joven de 19 años le llamo la atención a Rhodes. Le invito a un pub. Sin titubearle mucho, le ofreció un espacio en la banda que estaban a segundos de formar. Ese joven Lyndon luego seria apodado como Johnny Rotten. No querían engalanarse con sonidos de un rock melódico ni complicado, necesitaban la crudeza y brutalidad del rock, cosa que solo su hijo bastardo, el punk puede lograr. Estos serian los inicios de la banda de punk inglesa mas emblemática, los Sex Pistols.

 

En su máximo momento, los Sex Pistols  firmaron un contrato con la disquera A&M Records, Sid Vicious entra alcoholizado hasta el rabo a los baños afuera del Palacio de Buckingham. No puede ni quiere controlarse en lo mas mínimo, tanto así que sin poder controlar sus movimientos rompe de una patada la taza del baño y queda ensangrentado todo el camino de regreso. Rotten afuera no lo deja atrás, grita sobre los empleados penurias de su vida, y Jones acosa a las mujeres que se les acercan. Ese era el estilo que necesitaban sentir los jóvenes desempleados de los setentas ingleses. Esa violencia por destruir todo a su paso, instrumentos, establecimientos, golpear a quien los insultara. Gritaron con amor en sus líricas a la anarquía, se burlan de la reina de su país, sin pudor, sin temor, sin vislumbrar el mas mínimo remordimiento.

 

Como en un país de décadas de tiempo, se unen los hilos por detalles musicales. Por que al final la música no seria sin escuchar lo que pasa en los alrededores. Las sintonías podrán o no tener el ritmo que buscamos. Pero pienso que la música es una clara respuesta de lo que pasa en las calles, ya sea éxtasis o hastío, en gustos se rompen géneros, y la música, seguirá siendo la lengua que hable por aquellos que merodean el universo sin comprender lo que no pueden ver.