La madre tierra es nuestra madre adoptiva. Si lo pides, ella es capaz de darte todo lo que necesitas para vivir. Somos cuerpos en paso por esta tierra, venimos de la tierra y un día seremos tierra.
Don Toño mira retoñar los recientes brotes de lechuga y coliflor que sembraron hace medio mes. Las faldas del Volcán de Fuego de Colima alimenta su tierra con agua y nutrientes minerales. Entre los locales llaman al poblado la Yerbabuena, el pueblo mas cercano al volcán. Para llegar debes tomar la pequeña carretera que va de Comala al volcán, llegar a la Becerrera y pasar al camino de terracería que te lleva al pueblo. Sobre el camino se erigen varios señalamientos federales que advierten del riesgo que implica visitar la zona. A una hora de camino desde Colima finalmente llegas al ultimo pueblo antes del volcán. La Yerbabuena es un pueblo pequeño, no mas de 13 familias según el ultimo censo. En la plaza central del pueblo esta resguardado un regimiento de guachos, como comúnmente se les dice a los soldados. Están que para proteger en caso de una eventualidad volcánica. Es una zona donde siempre existe ese riesgo, tanto puede que el volcán siga dormido como un día simple y sencillamente se despierta.
Para los pocos pobladores de la Yerbabuena, esa tierra es la que les dio vida y donde ellos darán la suya. Sin posibilidad de reubicación, ellos se atrincheraron en sus casas y sus terrenos, y no se dejaron convencer por los del gobierno. Formaron una resistencia.
Don Toño lleva tiempo organizándose con las otras familias para trabajar comunalmente. Don Toño tiene una aura diferente a los demás. Se siente cuando estas cerca de él. Cuando entras a su casa te recibe en un cuarto de donde cuelgan pinturas sobre Hermanos Galácticos, un Señor misericordioso y la coloración del cuerpo según energías. Esa metafísica se deja sentir mientras lo escuchas, hablando de los tiempos, de la misión del hombre, la relación con la tierra, de su propia misión en ayudar en la purificación del hombre, poder que recibió de la tierra a través de los temazcales.
El temazcal es una antigua tradición mesoamericana. Se trata de la elaboración de un ritual dentro de in igloo fabricado de adobe. Estando uno dentro se le van metiendo piedras ardiendo. Piedras de volcán. Al rojo vivo son acomodadas en grupos de 13 al centro del igloo y este es cerrado. Don Toño recoge agua de una cubeta y la derrama sobre las piedras que chillan a su contacto. Lloran en forma de el vapor que empieza a inundar el lugar.
La oscuridad, el pequeño espacio y el calor llevan al cuerpo y la mente a otros niveles de conciencia y concentración. Uno esta solo ante todo, y guiado por las palabras del guía, uno reconoce errores, perdona, ama, coopera y deja que el vapor se lleve todas las malas vibras, todo el cochambre.
-Estamos en el útero de la madre tierra, dice Don Toño
Después de dos puertas (sesiones ) de 13 piedras, uno a uno va saliendo a la noche. Las estrellas iluminan el inmenso manto espacial. Los grillos rugen en una hermosa sinfónica. Un balde de agua espera cerca con una jícaras que flotan en la superficie. Tomas la jícara y la sumerges en el agua.
El cuerpo esta dividido en cuatro zonas, la cabeza, el área de la tiroides (cuello), el área del ombligo y los pies.
-Es a los cuatro puntos donde dejas caer el agua. En un suspiro renaces como un hombre nuevo. Sales de un largo transe del calor para revivir en el mundo terrenal.
La purificación se cierra con el agua fría, que cierra los poros de la piel.
Después de eso Don Toño nos comenta de este su proyecto en esta vida. Atrás del terreno el se ha dedicado a cubrir sus propias necesidades.
- Ya no extraño la ciudad, aquí esta todo lo que necesito, la madre me da lo necesario para que yo y mi familia vivamos bien.
De una noria obtiene el agua que el volcán le proporciona. Esta la guardan en tambos de plástico donde se mantiene fresca.
La restante mayoría del terreno esta dividido en largos rectángulos. Los rectángulos están levantados varios centímetros sobre el nivel de tierra. Estas son conocidas como camas biodinámicas. Están hechas con las sobras de la milpa cosechada en la temporada anterior, y tierra de composta creada con los desechos orgánicos de la casa y la naturaleza.
Sus tierras están sembradas con una variedad de verduras. En los primeros rectángulos se ven erguidas las pequeñas flores amarillas del tomate. En otro se deja ver el bulbo rojizo de un rábano. Los últimos dos rectángulos están repletos de ramas que pronto descubrimos son cilantro.
-¿Para que tanto cilantro Don Toño?
- A todo le ponemos, le da sabor, y también hacemos ensaladas con la hoja, que es muy bueno para el estomago.
Su filosofía es sencilla y sabia. El mundo parece estar en un completo caos. El agua del volcán querían sacarla de los pozos para regar jardines. Eso no es lógico, no va a pasarnos aquí. La comunidad de 13 familias en la Yerbabuena se resiste a que sus tierras sean acribilladas por el progreso.
No cultivan para vender, cultivan para sobrevivir. También han sabido amaestrar el arte del cuidado de las abejas. Manteniendo varias colmenas repletas de esos bichos que viajan entre el terreno en busca del polen que convertirán en miel.
Al día la resistencia continua. Los guachos continúan esperando las ordenes del mayor o del volcán para actuar. Los niños de la Yerbabuena aprenden desde pequeños a sembrar y a reconocer su entorno. Respetan lo que les rodea y lo utilizan para bien. Con risas y sonrisas nos sentamos alrededor de una fogata donde la señora de la casa preparo té de canela y un poco de galletas de animalitos. Los chistes, comentarios y anecdotas de todas partes forma una deliciosa sesión de fraternidad. Las despedidas son rápidas y sin mucha algarabía, solo los niños nos acompañan hasta mi troca , en donde nos piden que regresemos. Y seguro así será, por que una vez que ves el poder de la tierra, prefieres estar con ella para siempre.