El día de ayer oía con sorpresa para un México en su mayoría conservador, como el tribunal máximo de la nación daba aval ha las parejas homosexuales para no solo contraer matrimonio, si no la adopción de infantes en la Ciudad de México.
Justo después del trabajo, a eso de las 10 de la noche al llegar a casa de mi abuela, como siempre fui recibido con saludos sordos debido a que la matriarca familiar se encontraba concentrada en el final de la telenovela. Ya acabado, me abrazó con cariño y me apapachó. Dejé el televisor corriendo, hasta que llegaran las palabras de su máximo noticiero nocturno. El debacle de una gran ola la veía llegar como un mar que lejano pronostica un tsunami.
Por una votación contundente en el Máximo Tribunal de Justicia , 9 a 2, se afirmaba la constitucionalidad de la adopción de niños por parejas homosexuales en la Ciudad de México. Mi abuela miraba estupefacta. Ojos diminutos para entender la “ barbaridad” que estaba reglamentándose en el país.
Preferí no opinar mucho, mas por ser tan neutral en el tema que bien podría considerarme a favor de ello.
La argumentación de los jueces en turno me eran sumamente convincentes. Se constató que en un país donde se busca la equidad, juzgar a una persona como inferior para un derecho solo por su preferencia sexual sería enteramente discriminatorio. El mal-uso de un prejuicio, en el que la mayoría se fundamenta para argumentar que un niño educado por una pareja homosexual lo influye negativamente. Aquello es sin duda un argumento vacío, que no cuenta con una investigación que pueda sustentarlo.
Debajo también esta el pensamiento oscuro de una perversión sádica que podría ser ejercida por los homosexuales ( que sin duda la gente generalmente usa la imagen de una pareja hombre-hombre, cuando al marcar que es también en una relación mujer-mujer) en el cual, ellos abusarían de los niños para enmarañarlos en lo que muchos consideran una enfermedad.
Mismo dato que los jueces rebaten con datos. En el proceso de adopción, ni parejas heterosexuales ni personas divorciadas o en libre concubinato, pueden tan fácilmente adoptar a un pequeño. Para un proceso de adopción se necesita pasar por un riguroso proceso de investigación del adoptante, tanto de su capacidad financiera como mucho mas importante de su capacidad emocional y psicológica para educar al pequeño. Al final del largo papeleo, estará a decisión a un juez decidir si el niño queda legalmente en las manos del adoptante para su crianza.
Con la legalización de la adopción por parejas del mismo sexo, entran legalmente como todos al mismo proceso de investigación para que, después de averiguar de su capacidad financiera y psicológica, un juez pueda decidir de su capacidad para adoptar.
La capacidad o no de una persona para mantener una relación y una familia, creo que no tiene que ver con la preferencia sexual. Como un juez cuestionó, bajo la barrera natural de que de una pareja homosexual no existe la posibilidad de procrear, entonces queda mas que claro que todo homosexual viene de una pareja heterosexual. Entonces queda desestimada la idea de que las parejas heterosexuales crían niños heterosexuales. Y creo por mucho, por la complejidad de los seres humanos, que de igual manera no se puede generalizar que todos los niños educados por homosexuales tendrían a convertirse en homosexuales.
El juego del debate se yergue en quienes son capaces de ofrecer felicidad a un niño. Los argumentos liberales y conservadores habrán de chocar como agua y aceite. Pues la concepción de cada grupo es justa, solo que a veces las discusiones no se logran conllevar a cabo cuando los ánimos se calientan. Cuando dejamos que el corazón rija sobre la razón. Y empezamos a minimizar que parejas “normales” golpean a sus hijos, mujeres que inician a sus hijas en la prostitución, padres que abandonan a sus hijos, que sacerdotes lleguen incluso abusar de ellos. No hablo por todos, pero lamentablemente estas cosas pasan.
Nadie tiene la capacidad de regalar felicidad a las personas. Si acaso podemos dar herramientas, nuestra justa y autodeterminada función de ofrecer casa, comida, vestido, la mejor educación y amor a las personas que nos rodean. Pero aun las personas que tienen todo esto, puedo garantizar que la felicidad no esta allí.
La felicidad cada quien habrá de encontrarla en su propio y único camino. Aquellos niños puestos en adopción son niños abandonados por justas razones por parejas heterosexuales. Creo que desde este punto podemos pensar que ellos no quisieron o pudieron proveer todos lo que una crianza necesita. Ahora que los homosexuales quieran llenar de amor a esos niños y talves motivar a su felicidad, por que dudarlo si no sabemos?
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