Lejos había estado de aquellos agujeros en la tierra de los hombres.
Camino con pasos lentos, miradas largas.
Pronto reconocí los espacios, los objetos que habían sido olvidadas,
pase con el dedo para quitar el polvo, leer el titulo de las instrucciones.
Mis dedos sentían las teclas de aquel viejo instrumento,
adentrarse al paso en las partituras reconociendo el baile antes de crear.
Hermoso el chasquido del aceite y el fuego,
excitado tomando la tierra para sancocharla,
devorarla para mi.
Los hongos toman su sauna, dejan que el vapor humecte su piel,
platican de política, de formas de organizarse mejor con los arboles,
de construcciones que agilicen el desarrollo de sus conciudadanos.
Jengibre, la cereza de oriente. No necesito mucho mas, solo mi apetito.
Nunca había estado tan satisfecho con comer,
Olvide del placer que me causa preparar mi alimento.
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