América, América
Estoy contigo oye mi corazón
América, América
No te detengas tu serás el campeón
VS
Siendo leyenda de ayer y hoy
Autoridad gana el rebaño
Y México Chivas de corazón
Estalla en júbilo este canto
La jornada 14 del futbol mexicano esta de gala por el Gran Clásico a celebrarse en la ciudad de Guadalajara. Los dos equipos con mayor tradición y afición del país, las Chivas de Guadalajara y las Águilas del América se disputan mucho más que unos puntos en la tabla general, se disputan el honor. Se espera con ansia la lluvia en ambas porterías, goles para cantar al enemigo, y por eso cada quien desde su altar empieza con los debidos rezos para la llegada del invitado más esperado, el gol.
No hay nada más hermoso en una tarde de domingo que ver la danza del balón. Nosotros los mexicanos en general tenemos un gusto especial para sentirlo, tanto así que lo lloramos, gritamos, celebramos, y nos llevamos en 90 minutos otro nivel humano, superior a lo que vivimos en un día normal. Los fines de semana son de futbol, y el domingo es el mejor día para recibirlo. Este se convierte en gran vendimia, una gran celebración a la pasión, de nuestro amor al equipo y al juego más hermoso del planeta
En la jornada 14 de la Liga Mexicano de Futbol Soccer, el juego que destaca entre los demás es el las Chivas de Guadalajara recibiendo a las Águilas del América. Yo no voy a ninguno de esos equipos, incluso siento repudio contra ambos, pero admito que aquí en México, para todos los que saben de cómo se mueve el balón nacional, este juego tiene una resonancia especial, pues sin importar nuestros gustos personales o rencillas con alguno de los equipos, el juego tiene que ser algo digno de presenciar.
No se diga para los seguidores de ambos equipos. Desde días antes la ciudad de Guadalajara se prepara para recibir el acto ceremonial. Las banderas se ondean desde todas las esquinas, se notan las casacas de todas las temporadas del equipo local. Empiezan las apuestas, por botellas, por comida, y si es una apuesta fuerte de caballeros, hasta la cabellera. Los ánimos se prenden gracias a las horas interminables de información deportiva por las televisoras locales, las nacionales, los periódicos y la radio. Todo mundo habla de este gran partido, que gracias al tiempo ha llegado a considerarse como el Gran Clásico del futbol mexicano.
Ahorita afuera del estadio ya huele el intenso del chile y la cebolla que burbujean en la torta ahogada de un gordo taxista. Las calles están abarrotadas, blanco y rojo por doquier, tomando autobuses, comprando refrescos, boletos de reventa, y caguamas de cerveza.
Los policías miran sigilosamente. Están recubiertos 3 veces, contra escupitajos, patadas y botellazos, para todo menos el albur. Hay viene la porra americanista. Pasea por la periferia del estadio, camina orgullosa, custodiados por granaderos de las fuerzas policiacas. Vienen mentando madres, cantando himnos que burla a la chiva, y estos últimos sin esperar regresan con rechiflas y otro gran número de himnos que hace burla de los águilas azul cremas.
Ellos representan al público en su ciudad chilanga. Allí radica su poder, de tomar las gradas, brincando y cantando sin parar. Detrás de la portería ondean sus banderas, y aunque el equipo atraviesa por una mala racha, ellos no dejaran abajo a su equipo, y lo seguirán hasta el fondo si es necesario para regresar de nuevo a las alturas.
Para los que no entramos al partido, tomaremos el primer televisor para seguir el juego. Los boletos en reventa se dan al triple de su precio normal y solo un fanático esta dispuesto a olvidar la cartera con razón de este juego. Todos miramos atentos como una gran pitada del arbitro da inicio al juego, donde el estadio y la ciudad quedan atentas a los al juego , la única realidad que importa por 45 minutos.
Tomando y tomando el claro sol de la cerveza. Se empiezan a embriagar la gente con los goles, que se gritan al unísono, Goooooool, se grita tan alto que la ciudad calla para no opacarlo. Memo no tenia nada de defensa, al pobre lo dejaron solo contra un equipo rápido y ofensivo. El gran triunfo se siente desde antes que chifle el árbitro. Para este momento ya estamos más que ebrios que al inicio, notado en la dificultad para comunicarnos y por ello optamos mejor por reír interminablemente por cada pequeño detalle. Las apuestas se recuerdan con burla y simultáneamente la fila para el escusado se empieza a multiplicar exponencialmente. Los de amarillo desaparecen de la turba, evitan las burlas, o como ellos dicen tristemente, mejor salimos ahorita pa que no nos toque el tráfico. Es puro paro, les duele seguir al equipo y que los defraude en casa del enemigo.
Hoy se come águila de cenar, matado a tres goles contra dos, ya lo cantan los rojiblancos a la salida del estadio Jalisco. Las sonrisas y las rechiflas se escuchan por todos lados, y los granaderos retoman su papel de autoridad, amenazando y tratando de impedir cualquier brote de violencia. Los ánimos están altos, tan así que desde el cielo se empieza a sentir una ligera brisa. Hay que voltear, no sea un agua de riñón o la típica flema de impotencia. Hoy no es así, hoy el partido acabo cuando las nubes taparon al cielo. EL estadio se vacía en mas de una hora, cada quien busca su ruta de camión, paga un taxi y camina por las aceras con vasos de cerveza que no queremos dejarse evaporar. Sera hasta el siguiente torneo que se de de nuevo el espectáculo, en donde gritemos y celebremos sin parar, a un balón que va y viene lleno de emociones hermosas.